“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 29 de junio de 2012

El populista Guillén (I)

Voy a dedicarle media docena de columnas a otro de nuestros políticos vitalicios: Vicente Guillén. Guillén habla mejor que Arrufat. Lo que no es decir  gran cosa. Yo creo que el 99 por ciento de los españoles hablamos mejor que Arrufat. Todo esto viene a cuento del rifirrafe de diputado Guillén con la ministra Báñez en el pleno del Congreso del pasado día 20 de junio acerca de los recortes en las ayudas a la minería. Los que lean este blog sabrán que a la ministra Báñez, la que quiere arreglar la crisis con la intervención de la virgen el Rocío, no le profeso mucha admiración. A decir verdad, no le profeso ninguna. Pero no tengo más remedio que darle la razón cuando llama a Guillén populista. A mí, que soy seguidor de Vicente Guillén, de sus obras y milagros, de su blog, sus escritos en el Diario de Teruel y de sus intervenciones públicas, me parece que la ministra se ha quedado corta. Guillén además de populista en sentido negativo (decir algo en tono mitinero y alborotador destinado a ganar la simpatía de la población, particularmente si posee el derecho al voto, aunque la trayectoria y los actos de quien lo dice sean contrarios a lo que ahora afirma), es, además de populista, muchas más cosas (y ninguna buena): manipulador, irascible, pagado de sí mismo, chuleta. En la interpelación en el citado pleno del Congreso, le suelta a la ministra que los del Gobierno del PP han “condenado al cierre a unos territorios que han vivido, que viven y que quieren vivir de la minería del carbón”. Que  han vivido del carbón está claro. Que viven, la verdad es que cada vez menos, y  que quieren vivir de la minería del carbón, no es cierto. El trabajo de minero es duro, peligroso, desagradable. No creo que haya mucha gente que tenga vocación de ser minero, como no la hay que quiera ser desatascador de alcantarillas, exterminador de ratas o desactivador de bombas. Lo que piden los mineros, y con toda razón, es que se les ofrezcan alternativas a la desaparición de la actividad minera. Los mineros y sus familias, al igual que el resto de la población, tienen la fea costumbre de querer comer todos los días, y para ello necesitan trabajar. Y un Gobierno no puede condenar a unos territorios deprimidos a que se hundan todavía más. Pero los populistas como Guillén prefieren contarlo a su manera, con su discurso populachero . 

Evaristo Torres Olivas

jueves, 28 de junio de 2012

A lo que estamos hay que estar, y no a lo que no estamos

Es cierto que le tengo inquina al censor Arrufat. No lo niego. Mis motivos tengo. Los lectores de este blog los conocen bien. Algunos me reprochan, seguramente porque no conocen al sujeto o bien porque son de su cuerda, que me cebo en él como un perro rabioso con su presa. Yo creo que es todo lo contrario: intento ser comedido y no afirmar nada sin aportar pruebas ni dar argumentos. De lo contrario, me callo. He entrado en la página web del Senado, esa institución de la que cobra Arrufat por hacernos sentir vergüenza a los turolenses. La gente sensata, con dos dedos de frente, sabe qué hace bien y qué no. A mí, por poner un ejemplo, jamás se me ocurriría cantar en público o hacer una exhibición de baile. Por eso me considero sensato. Arrufat, el censor, si fuera sensato, jamás se habría dedicado a la política. No está dotado para hablar. Y a la edad que tiene y los años que lleva en el negocio, ya no aprende. Si la competencia básica que se le debe exigir a un parlamentario es que sepa parlamentar, afirmo sin duda ninguna que Antonio Ernesto Arrufat Gascón es un incompetente. Y además, un irresponsable: que no sepa expresarse no solamente le perjudica a él sino a todos los turolenses.  Escuchen sus únicas intervenciones en el Pleno del Senado el pasado día 5 de junio, en una interpelación al ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria. Son de vergüenza. Su discurso, cuando habla leyendo sus notas, es deslavazado, confuso. Su dicción, pésima. Le falta vocabulario, soltura, entonación, emoción. Cuando no lee las notas, los defectos anteriores se multiplican por cinco. Y no es que esté nervioso; es simplemente que no sabe hablar. Es torpe, muy torpe. Si los ciudadanos, en lugar de votar a un nombre en una lista, pudieran votar después de escuchar un discurso como el de Arrufat, al de La Cerollera no lo votaba ni el Tato. Al principio de su intervención sin papeles, le lanza al ministro una frase de antología, que ha dado título a esta columna: “A lo que estamos hay que estar, y no a lo que no estamos”.  A un político así no se le puede tener respecto: le pagamos un sueldo de primera y nos entrega un trabajo de sexta. No es ni eficiente, ni eficaz. Ni tampoco un referente, palabra que a Arrufat le gusta mucho. 

Evaristo Torres Olivas
(Hagan clic sobre intervenciones y después sobre los iconos de las cámaras del día 5/6/2012)

miércoles, 27 de junio de 2012

Las tontadas de los humanos

Los humanos hacemos muchas tontadas. Nos gustan los concursos de quién la tiene más larga y mea más lejos, quién se zampa más flanes de una sentada o quién rompe más ladrillos a cabezazos. Las hazañas de estos merluzos y merluzas se suelen recoger en un libro gordo que lleva por título Libro Guinness de los Records  y que vende un huevo de ejemplares en todo el mundo. Hay otro tipo de tontadas que requieren más ingenio e inteligencia y que anualmente reciben los llamados Premios Nobel Alternativos. Finalmente, hay otro tipo de ejercicios que se hacen para matar el aburrimiento. Yo he practicado alguno de esos, como contar durante una hora el número de coches rojos que pasan por la carretera de mi pueblo o el número de veces que un político inútil pronuncia la palabra referente. Aunque pueda parecer lo contrario, los científicos también se aburren; al menos los del Reino Unido. No de otra manera se puede entender que unos investigadores de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, se hayan dedicado a calcular cuánto pesamos los habitantes del planeta Tierra. Según sus cálculos, la población mundial pesa exactamente 287 millones de toneladas. Pero aún han ido más lejos: de esa millonada de kilos, 18,5 millones de toneladas corresponden a personas con sobrepeso o claramente gordas. Y donde mayor concentración de gordos y gordas hay es en Norteamérica, aunque solamente tenga una concentración del 6 por ciento de la población mundial.  ¿Y para qué sirve esa información? Para nada. Para lo mismo que contar los coches colorados que pasan delante de mi puerta. Sin embargo hay otras observaciones que aunque parezcan no tener ninguna utilidad, sí la tienen. Entre ellas podemos incluir el Premio Nobel Alternativo de Economía que fue concedido a Goldman Sacks y otros responsables de la crisis financiera por su invento de “nuevas formas de invertir dinero”; y también mi afición por contar las veces que los políticos pronuncian la palabra coyuntura o referente: me permite clasificarlos en las categorías de ignorante, tonto, imbécil o gilipollas.
Evaristo Torres Olivas
Hay que quitarle un peso de encima a la Tierra

martes, 26 de junio de 2012

Como Dios manda

En España tenemos muchos más políticos que en cualquier otro país. Y además de tener muchos, son muy malos. Para cualquier otra profesión se necesita tener una formación, una experiencia o las dos cosas. Para político, no. Si se tienen  más de dieciocho años ya se puede ser político, aunque se sea tonto de baba. Estamos desgobernados en muchas instituciones por tontas del  bote y tontos del haba. Pero es que además de ser tontos, en muchos casos son chorizos. En resumen: muchos políticos, mal preparados y ladrones. Y así un país no va a ninguna parte. En cualquier empresa seria exigen fijar unos objetivos cuantificables, realistas, alcanzables. Lo que no se puede hacer es gobernar con chorradas y con frases hechas, como las que comentaba ayer de nuestra “pobre diabla” Pobo o de las sandeces de los guillenes y arrufates. ¿Cómo leches se puede ser presidenta del PP de Teruel  y de la Diputación y decir chorradas como esta: “debemos arrimar el hombro todos y no podemos anteponer el beneficio personal al general”. Lo que necesita un partido, un ayuntamiento, un gobierno regional, un país, son hombres y mujeres capaces de hacer propuestas concretas, cuantificables, de ejercer un liderazgo efectivo, y dejarse de gilipolleces, que lo único que demuestran es que quien las pronuncia no tiene ni puta idea de nada. Pero estos ignorantes se pegan años viviendo del cuento y sangrando a  las instituciones. Circula por internet un texto en el que se recoge el programa con el que Rajoy ganó las elecciones y que consta de dos únicos puntos: 1. Hacer lo que hay que hacer y 2. Hacerlo como Dios manda.  Si eso dice Mariano, a quien Carmen Pobo define como “sabiduría, capacidad de trabajo y disposición para poner a España en orden”, ya se pueden imaginar la concreción de las propuestas de sus discípulos, desde la ministra Báñez que quiere arreglar la crisis con la ayuda de la virgen del Rocío, hasta la “pobre diabla” Pobo  que hace unos días hizo un diagnóstico de la situación que vivimos diciendo que “van a ser años duros, pero apasionantes”. Sí, muy apasionantes, especialmente para los millones de parados y para los jóvenes que con una carrera universitaria, un máster y dos idiomas, se consideran afortunados si les pagan 400 euros en una tienda de Zara o promocionando el lavavajillas Fairy en el Carrefour. Mientras que Pobo, que no tiene ni carrera, ni máster ni idiomas, se pasea en coche oficial y percibe unos ingresos anuales que rebasan ampliamente los cien mil euros (que le pagamos con nuestros impuestos). 

Evaristo Torres Olivas

lunes, 25 de junio de 2012

La pobre diabla

Algunos me reprochan que les doy mucha caña a algunos personajillos de la política local. Y es cierto. No tengo preferencias partidistas en mis ataques: lo mismo les zurro la badana a los del PSOE  que a los del PAR, PP, CHA o IU.  Quizás la palma se la lleve Arrufat, el censor.  A poca distancia se encuentra Guillén, a mi entender uno de los políticos nuestros cuya ignorancia es solamente igualada por su ambición insana y su desvergüenza. Últimamente acapara mi atención Carmen Pobo, “la pobre diabla a la que le viene largo gobernar su pueblo y no digamos la Diputación. Incapacidad absoluta”.  He entrecomillado  esas palabras porque las pronunció la propia doña Carmen en una entrevista en la que le preguntaron qué pensaba de   Zapatero, solo que en lugar de pueblo decía país y en lugar de Diputación, Europa”.  No les reproduzco lo que “la pobre diabla” piensa de sus adorados Rajoy, Aznar o Fraga Iribarne, para que a ustedes, lectores, no les entren ganas de vomitar. Llevo mucho tiempo siguiendo la actividad de doña Carmen, y más desde que es presidenta de la Diputación. Sus intervenciones son torpes y demuestran su “incapacidad absoluta” para cualquier cosa. Es capaz de afirmar, sin mover una pestaña, que “invertir en trabajadores que trabajen y realicen su trabajo es invertir en inversión”. En su discurso de hace unos días, con motivo de su reelección como  presidenta del PP provincial, ha legado  a la posteridad otra perla: “Es el momento de estar todos unidos y luchar por nuestra tierra; van a ser años duros, pero apasionantes;  el Partido Popular trabajará por el bienestar de la provincia y de todos los turolenses más que nunca; es la hora de hablar claro y de no mentir, de hacernos fuertes ante las adversidades y no dejar que nadie haga demagogia; debemos arrimar el hombro todos y no podemos anteponer el beneficio personal al general”. Son frases que la prensa ha destacado del discurso de la señora Pobo. Si esas palabras son las más importantes, ya se pueden imaginar cómo sería el resto del discurso: la nada, el vacío, el cero pelotero patatero. Y si les digo que ni siquiera las escribió ella, sino algún machaca del partido, comprenderán por qué considero que mis ataques a estos políticos inútiles y aprovechados no contienen ni la mitad de la hiel que ellos se merecen. 

Evaristo Torres Olivas

viernes, 22 de junio de 2012

El capote de la Virgen del Rocío

Lo dice Fátima Báñez, la ministra de Empleo: La Virgen del Rocío nos va a echar un capote para salir de la crisis. Si estas palabras llegan a oídos de los mercados, nos vuelven a embestir con los cuernos de la prima de riesgo. Nos hunden más de lo que estamos si se enteran de  que una ministra española en activo dice esas chorradas. No creo que la ministra sea imbécil, como tampoco lo son los curas que sacan en procesión a los santos para que llueva. Entonces, ¿por qué dicen y hacen esas cosas en estos tiempos?  Lean esta entrada de mi blog de cabecera, Bernardinas, de Antonio Castellote, y podrán encontrar alguna clave (y lean las demás entradas de ese magnífico blog para encontrar las claves de muchos otros asuntos).  La prueba de que los y las religiosas recurren a las sandeces solo cuando interesa a la causa, la encontré hace escasos días cuando junto con un primo tuvimos que buscarle una residencia a un tío. Una de esas residencias, privada, es atendida por monjas. Nos recibió en su despacho la madre superiora, que de no ser por el hábito de monja, la podríamos haber confundido con la directora "generala" de una organización empresarial con mucho ánimo de lucro. Por las preguntas que hacía y los datos que le interesaban. Nosotros que estábamos dispuestos a fingir lo que hiciera falta en asuntos religiosos (lo que demuestra a qué nivel de bajeza soy capaz de llegar), pronto nos dimos cuenta de que a la sor solamente le interesaban los posibles de nuestro pariente, pero no cualquier posible. Cuando le dijimos que el tío tenía unos ahorrillos, la señora, con una lógica aplastante, nos espetó: los ahorrillos no me interesan porque donde se saca y no entra no se puede una fiar. Lo que quiero saber es a cuánto ascienden los ingresos fijos que recibe todos los meses y si son suficientes  para pagar la mensualidad. No estaría de más que aplicaran la misma lógica a las procesiones y a los capotes de las vírgenes: si un santo o una virgen pueden solucionar la crisis económica o salvar la cosecha haciendo que llueva, también habrían sido capaces de impedir que se produjera la crisis o evitar acojonarnos con la sequía. ¿Y por qué no lo hicieron? ¿Por joder? Imposible: en  los santos y en las vírgenes no cabe la maldad. ¡Qué cuajo tienen! 

 Evaristo Torres Olivas
La pareja que nos va a sacar de la crisis

jueves, 21 de junio de 2012

Arrufitis

He recorrido casi todas las especialidades médicas del Polanco. Entre las escasas que aún me quedan por visitar está la de psiquiatría. Pero creo que la necesito. Sufro de algo que no sé qué nombre técnico tiene. Yo lo llamo arrufitis. Cada vez que veo a Antonio Arrufat, en persona o en las fotos de los periódicos, me sube la tensión, el azúcar, el colesterol malo y me sale un grano en el culo. Llevaba un tiempo tranquilo, sin saber nada de él pero hete aquí que un lector del blog me envió hace unos días un enlace al periódico digital Eco de Teruel en el que aparece el censor, junto a otros políticos de Teruel,  apoyando a los trabajadores de la cadena Ser. Ni no conociera al sujeto, su presencia junto a los trabajadores de la emisora no me llamaría la atención. Pero tratándose de Arrufat, me produce náuseas.  Por varios motivos. Arrufat y la libertad (de expresión) son términos opuestos, un oxímoron, como inteligencia militar o paz armada. Cuando gobernaba su partido, a Arrufat no se le veía en ningún acto, salvo los de inaugurar, presidir y comer y beber a cuenta del erario,  y si aparecía era a cien kilómetros de distancia, estando sin estar. Ahora está presente en primera fila en todas las salsas, en cualquier acto, ya sea en una manifestación el día de la huelga general, las protestas de la marea verde o chupando cámara en el balcón de un ayuntamiento del Bajo Aragón en Semana Santa. Fulanos como este son los que contribuyen a convertir la política en un cenagal y a que los políticos ocupen los lugares de cola en las preferencias de los ciudadanos.  Arrufat no tiene ideología; está en el PSOE como podría estar en el Partido Tradicionalista y de las Jons. Todas sus acciones, desde que se levanta hasta que se acuesta, en invierno o en verano, en el pueblo o en la capital, están orientadas no al bien común ni a defender los intereses de los ciudadanos sino a defender sus intereses personales, permanecer en los órganos de decisión del partido que le aseguren un puesto en las listas de las elecciones y en aumentar su patrimonio. Don Antonio ganaba una pasta gansa como presidente de la Diputación, gana otra pasta gansa como senador,  y cuando muchos españoles no tienen ni una casa, don Antonio tiene varias y también varios solares (según la declaración al Senado). Lo que no le impide que mientras a otros se les niega todo, al senador Arrufat , en plena crisis, le concedan préstamos hipotecarios y préstamos personales. Para eso están los bancos: para dar al que ya tiene mucho y quitar al que poco tiene. Robin Hood al revés: robar a los pobres para dárselo a los ricos.
Evaristo Torres Olivas

miércoles, 20 de junio de 2012

La economía y la nada (y 6)

La gente está muy equivocada. Creen que la nada es la ausencia de algo y que es de tontos pagar por nada cuando lo normal es que si pagas te den algo. Mentira. La mafia lo sabe muy bien. Una de las actividades más lucrativas consiste en que les pagues para que no te hagan nada. Si no les pagas, te joden el negocio, te queman el coche o te pegan un tiro. Con lo que pagar por nada sirve para algo. Los banqueros, que están muy emparentados con la mafia, también han sabido hacer de la nada un negocio. Puedes comprarles opciones preferentes de lo que  hoy no es nada pero puede ser algo en el futuro.  Y la bolsa nos ofrece muchas posibilidades de forrarnos con la nada. Todo consiste en comprar acciones a dos euros de empresas que hoy no son nada pero que dentro de poco serán algo y podrás vender las acciones a doscientos euros.  Lo malo de todo esto es que gracias a los bancos se ha creado una situación que es peor a la nada. ¿Y qué es peor a no tener nada? Deber algo. Es la nada negativa, la menos nada. Caer en  la menos nada es lo peor que le puede pasar a uno. Y además se puede caer sin darse cuenta. Que se lo pregunten a miles de españoles. Pidieron un préstamos para comprarse un piso de 150.000 euros, no pudieron pagar la hipoteca, el banco se quedó con el piso que ahora vale 75.000 y ellos todavía deben otros 75.000 más los intereses y como no pueden pagarlos, su menos nada se hace cada día más menos nada. Lo que sirve para las personas también sirve para los países. Lo mejor que le puede pasar a un país es el equilibrio de la copla esa de la bien pagá: ná te pido, nás te debo. A España nos iba mejor cuando no éramos nada. Ahora que nos creíamos algo, hemos caído en la menos nada: debemos un huevo y nos acaban de dar otro préstamo de cien mil millones. Miedo me da pensar que no podamos pagar esa hipoteca y nos tasen el país a la mitad de lo que creíamos que valía. Abandonaremos la confortable nada para hundirnos cada vez más profundamente en las simas de la menos nada, que es como la antimateria pero a lo bestia.
Evaristo Torres Olivas

martes, 19 de junio de 2012

La economía y la complejidad (5)

Aunque todos nos reímos cuando Jordi Sevilla le dijo a Zapatero que todo lo que necesitaba saber de economía se lo enseñaba en un par de tardes, tal vez tuviera razón. Lo que pasa es que necesitamos complicar (complejizar dicen algunos para complicar aún más) lo que es sencillo para que no pensemos que los que se dedican a esa actividad son unos simples, o, lo que es aún peor, para disimular el engaño y el timo. Los magos nos fascinan porque disfrazan el muñeco. Si nos mostraran la simpleza del truco,  perderían todo su encanto y su atractivo. Diríamos: ¡vaya chorrada! Sin embargo mediante luces, colorines, humor y música  nos llevan al huerto e impiden que veamos dónde está el truco. La economía también es una chorrada. Se trata de asignar de la manera más eficiente unos recursos escasos. Vamos, que no tiene más complicación que las cuentas que hacíamos en el colegio: si tenemos seis manzanas y somos tres amigos, ¿a cuántas manzanas tocamos por amigo? Lo justo es que cada amigo coja sus dos manzanas y santas pascuas. Pero siempre surge, en el reparto de manzanas, y en la economía, el listillo que no se conforma con sus dos manzanas sino que quiere zamparse las de los demás. Y como robar está mal visto, entonces hay que vestir el muñeco como hacen los magos, para que no se note. Y entonces el listillo te dice: dame tus dos manzanas hoy y dentro de tres meses te devuelvo tres manzanas y una pera. O te ofrece hoy un saco de patatas a cambio de las manzanas que te puedan corresponder en los próximos dos años. El truco consiste en engatusarte con luces, música y colorines para que no notes que te está timando. De esta forma, cuando tú te des cuenta de la estafa, te habrás quedado sin manzanas y él tendrá un banco de manzanas, el First Apple Bank. Pero lo maravilloso del asunto, aquello que nos hará exclamar un ¡oh! de admiración será cuando los economistas nos expliquen que si en un país hay tres habitantes y seis manzanas y un habitante tiene la seis manzanas y los otros ninguna, la media de manzanas por habitante es de dos manzanas. O. en el lenguaje técnico de los economistas, dos manzanas per cápita.
Evaristo Torres Olivas

lunes, 18 de junio de 2012

La economía y los zapatos de piel (4)

La globalización ha conseguido que en España se haya pasado de tener unas alpargatas para todos los días y unos zapatos para los domingos, a tener media docena de pares de zapatos, unas zapatillas para correr, otras para ir en bici y cuatro pares más de diferentes colores para combinar con los tejanos, los pantalones piratas o los bermudas. Está al alcance de cualquiera. En el Aldi o el Simply. Por cuatro perras. Para que tal abundancia sea posible, y a unos precios tan bajos, es necesario que esos zapatos y esas zapatillas se fabriquen en países en los que no hay sindicatos, ni jornadas de ocho horas, ni vacaciones, ni seguridad social, ni permisos de maternidad, ni indemnizaciones por despido, ni prohibición del trabajo infantil. Para que nosotros podamos tener tantos pares de zapatos, otros deben ir descalzos. Pero como están muy lejos y no nos los cruzamos por la calle, no nos produce ningún remordimiento. Ayer, en el Aldi vendían unas zapatillas cojonudas por diez euros. Cómprelas sin mirar debajo de la lengüeta, no vaya a ser que si lee que están fabricadas en Bangladesh, China o la India le vaya a causar un problema de conciencia. Imagine simplemente que están fabricadas en Illueca y que son tan baratas porque gracias a las inversiones en “Imasdemasí “de nuestros gobiernos, se ha logrado fabricar piel para calzado a partir de las mondas de patata. Tampoco piense que en ese Aldi, un par de empleados infra pagados y supra ocupados lo mismo atienden la caja que reponen cebollas y tomates o friegan el suelo. Piense que se trata de profesionales polivalentes  en proceso de formación que si algún día les toca la lotería o heredan algo de un tío de América, podrán montarse su propia tienda y estar perfectamente cualificados para poder afrontar cualquier situación que se les presente. En eso consiste la buena formación. Todo son ventajas: el empresario gana dinero, el empleado aprende una profesión y nosotros nos llevamos unas zapatillas de piel por diez euros.
  
Evaristo Torres Olivas

viernes, 15 de junio de 2012

La economía y el cestico de las tortas (3)

El sistema capitalista nos vende la moto de que se sustenta en unos pilares sólidos pero a la hora de la verdad resultan estar hechos de barro y  erigidos sobre arenas movedizas. Uno de esos pilares es el del libre mercado. Los agentes económicos, movidos por el egoísmo, actuando libremente, comprando y vendiendo, logran la eficiencia, el equilibrio y la mejor asignación de los recursos. Eso nos dicen los economistas liberales. Y una mierda, digo yo. El otro pilar es la figura del empresario. Tiene ideas, es valiente, arriesga su dinero. De cien que lo intentan, se hunden noventa y nueve. De ahí que el que lo consigue deba ser admirado. Crea riqueza, genera empleo, paga impuestos, trae bienestar. Otra mierda. Los modelos teóricos son maravillosos, todo funciona y tiene su lógica pero en la realidad no todo es tan bonito. El libre mercado es tan libre como un gorrión en una jaula. Por todas partes hay obstrucciones, patadas en la espinilla, lobbies, políticos corruptos, empresarios corruptos, jueces y fiscales corruptos, corruptos corruptos, que se encargan de que no haya competencia. Las empresas contratan a asesores no para pagar menos impuestos, sino para no pagar ninguno. Muchos empresarios son tan patriotas que tienen sus ahorros en Suiza o en otros paraísos fiscales. Los banqueros, esos seres angelicales, son tan valientes y arriesgados que se han forrado con indemnizaciones, bonus y planes de pensiones por haber hundido los bancos y cajas. No solamente no han expuesto nada suyo sino que para que no se hunda todavía más el barco, les vamos a soltar cien mil millones de euros. Si el pequeño tendero de la esquina, el electricista autónomo o el que se ha comprado un piso y se queda sin trabajo, no pueden hacer frente a sus pagos, deben cerrar el negocio o quedarse sin piso. Pero si los banqueros la cagan, nadie les quita nada, nada tienen que cerrar y reciben una compensación muy suculenta para que el trago de haber jodido la marrana sea más llevadero. En resumen, que el sistema capitalista hace que los poderosos, al igual que Biel, sean el clavico del abanico y los pobres, el cestico de las tortas.
 
Evaristo Torres Olivas
Las tortas siempre se las llevan los mismos

jueves, 14 de junio de 2012

La economía y la petanca (2)

La economía y la petanca se parecen en que ninguna de las dos es una disciplina científica. Yo aún iría más lejos y afirmaría que aunque ninguna de las dos es científica, la petanca se aproxima más que la economía. En el juego de las bolas, si se siguen ciertas reglas y se tiene el pulso firme, es posible predecir los resultados. Las reglas y las técnicas son iguales para todos.  En economía no sucede lo mismo. Cada economista se inventa sus reglas, con frecuencia contrarias a las de otro economista, y las predicciones, tanto las  de uno como las del otro, no se cumplen nunca. La economía está en este sentido (en el de la metodología y el número  de aciertos), al mismo nivel que la astrología, el tarot o adivinar el futuro mediante la observación de las cagarrutas de cabra o la mirada  de un búho. Los economistas, en lugar de decirnos que no tienen ni puñetera idea de cómo arreglar la actual situación, hacen como un conocido que se dedica a hacer todo tipo de reparaciones sin ser experto en ninguna: si le pides que te haga un diagnóstico del aparato que le has encargado reparar, siempre te contesta lo mismo: pueden ser mil cosas; y, casi en la totalidad de las ocasiones, te deja el aparato como estaba o peor.  Pues los economistas, lo mismo: entre las mil cosas que han causado la crisis están los bonos basura, la caída del consumo, la baja productividad y competitividad de las empresas españolas, la rigidez del mercado laboral, la inexistencia de una industria puntera,  mucho ladrillo y poca investigación. Pero lo peor es que también tenemos mil soluciones que se contradicen; así, para algunos hay que bajar los salarios para ser más competitivos pero para otros, hay que subirlos para reactivar el consumo. Unos proponen austeridad en el gasto público mientras que otros apuestan por que desde el Estado se gaste  más para generar actividad pública que repercuta en el sector privado. En definitiva, que cuando una cosa y su contraria pueden ser igualmente indicadas, lo más probable es que ninguna de las dos sirva para nada. Si el mismo medicamento sirve para engordar y para adelgazar, seguro que se trata de un timo de charlatán.
Evaristo Torres Olivas

miércoles, 13 de junio de 2012

La economía y las gafas (1)

A los temas importantes les dedico varias columnas. Seis. No sé el porqué pero me salen siempre seis. Media docena le dediqué a nuestra presidenta de la Diputación de Teruel  y el mismo número a la tontada de la jura de bandera civil. Ahora le toca el turno a la economía capitalista. La mejor manera de explicar cómo funciona es por medio de un caso personal (que ya expliqué hacen unos meses en este blog). Hace un tiempo me dirigí a varias ópticas de Teruel para que me reparasen unas gafas. Tras echarles un vistazo, los avispados ópticos (¿vendedores?, ¿mercaderes?) me informaron de que no tenían arreglo. Ante tal diagnóstico de unos profesionales (¿?), encargué unas gafas nuevas. El óptico/vendedor/mercader me fue sacando los modelos Gucci, Mucci, Chucci, Dior y Adolfo del Golfo, que fui rechazando una a una por una sencilla razón: me niego a que me sableen  y además hacerles propaganda a los que lo mismo te diseñan unas gafas para la cara que unos calzoncillos para el culo. Aun así, entre los cristales reducidos y que si eran orgánicos y que si el anti rayado, antiniebla y ABS,  las gafas me costaron un huevo. Una vez pagadas, el “gafero” se ofreció para reparar gratuitamente las viejas, las que una semana antes no tenían arreglo. Y sigo llevando las gafas viejas, porque son mucho mejores que las nuevas. Este ejemplo personal sirve para ilustrar cómo funciona el capitalismo; de lo que se trata es de vender, de consumir, de acumular, aunque no se necesite. Según un estudio reciente, en cada hogar tenemos una media de cincuenta objetos, aparatos, chismes que no utilizamos, desde la sandwichera, el cuchillo eléctrico, hasta el descorazonador de manzanas o las gafas nuevas que son peores que las viejas. El capitalismo ha hecho realidad las frases de nuestros abuelos de que vale más el aparejo que el burro o que hay que vender el coche para comprar gasolina. A mí me costó menos comprarme una impresora nueva que los recambios de la vieja y me costó más arreglar los frenos de la bicicleta que el precio que pagué unos años antes por la bicicleta entera. Los motivos de estas paradojas, en las próximas columnas.


Evaristo Torres Olivas

martes, 12 de junio de 2012

Con el paso de los años

Con el paso de los años me estoy reblandeciendo. Me vuelvo más tolerante con los intolerantes. He estado repasando textos que escribí hace diez años y si los comparo con lo que escribo ahora, me doy cuenta de que he perdido gas.  Me estoy desbravando, como la gaseosa. A lo mejor en eso consiste hacerse viejo. Y también en que hace unos años ni sabía el nombre de mi médico de cabecera y desde hace dos voy camino de conocer a los titulares y a los suplentes de todas las especialidades del Polanco. O en que no hace mucho, después del postre –una ración doble de tarta de chocolate o una copa de fresas con mucha nata – me tomaba simplemente un café y ahora el postre es una manzana o un kiwi y el café,  un cortado descafeinado de máquina con leche desnatada y sacarina. Este parece ser un comportamiento general, no solamente mío.  Con el paso de los años nos volvemos retorcidos y barrocos y en lugar de llamar al pan, pan, al que roba, ladrón y a Franco, dictador, ahora llamamos pan a cualquier marranada con harina, al ladrón, presunto y a Franco, anterior jefe del Estado. E incluso, que es lo más grave, mucha gente dice que es de izquierdas porque vota al PSOE. Igual va a tener razón aquel que dijo que quien a los veinte años no es de izquierdas, no tiene corazón y quien a los cuarenta sigue siendo de izquierdas, es un tontolculo. A mí me faltan tres para los sesenta y aunque todavía sigo cojeando de la pata izquierda, me da miedo acabar mis días hablando bien de la etapa de Antonio Arrufat en la Diputación de Teruel, recordar con cariño los discursos de Mayte Pérez, llorar releyendo una tribuna de Vicente Guillén o pedir una y otra vez a la bibliotecaria del geriátrico las inexistentes obras completas de Vicente Larred.   Para que esas cosas no me sucedan a mí, desde hace unos meses he empezado con los sudokus y los crucigramas. Ahora estoy con uno que empieza así: Horizontal 1: nombre de pila de una diputada provincial de Teruel que alojaba a su hijo en un piso de la Diputación para ahorrarse el pago de una residencia de estudiantes. Vertical 3: nombre del político español que dijo: “Los árboles centenarios de la plaza tienen por lo menos treinta o cuarenta años”.
Evaristo Torres Olivas

lunes, 11 de junio de 2012

Obispo Polanco, sábado por la tarde

He vuelto al hospital del obispo. Esta vez para cuidar a un familiar. Me sigue jodiendo que un centro de salud público lleve el nombre de un obispo católico. Igualmente me jodería que llevase el nombre de cualquier otro santo o santurrón de cualquier otra religión. No sé cómo nuestras autoridades políticas—y también las religiosas – no tienen una “mijita” de sensibilidad. Al igual que a Rouco o a Benedicto no les gustaría que les ingresaran en un hospital que llevara  por nombre Carlos Marx o La religión es el opio del pueblo, a mí me jode (y mucho) entrar en un recinto con nombre de obispo. Como he estado toda una semana en el hospital,  día, tarde y noche, y las horas pasan muy despacio y el aburrimiento es mucho, me ha dado por cotillear y fijarme en todo, recorrer todos los pasillos, fijarme en todos los aparatos, en los agujeros de las sábanas, los escorchones en las paredes, las jerarquías hospitalarias –médicos, enfermeros, auxiliares,  limpiadores y celadores, estudiantes en prácticas, etc. – y sus rituales. También en el despilfarro de  baberos absorbentes y la jeta de una trabajadora con traje blanco impoluto que le dice delante de mis narices a otro trabajador con traje del mismo color que se va a ver una peli porque se aburre. Otro espectáculo que he podido contemplar ha sido la presencia de cinco acompañantes en la habitación de un enfermo, todos gritando como si estuvieran en la taberna de Blas, sin que nadie les llamara la atención. Menos mal que en todas las habitaciones hay un cartel muy bonito que nos pide, entre otras cosas, que “se hable en voz baja” y que “la masificación repercute negativamente en el desarrollo y la recuperación” del enfermo.  Finalmente he podido comprobar que en algunos casos los acompañantes del enfermo están peor que el enfermo o que simplemente lo que hacen es dormitar en el asiento, comer y molestar al otro u otros enfermos que comparten la habitación. Pero en España, al contrario de otros países, hay que estar día y noche con el enfermo y no solamente en las horas de visita. Y en una habitación pequeña  dos o más enfermos y dos o más acompañantes, no es precisamente un lugar en el que se respire aire puro.

Evaristo Torres Olivas

viernes, 8 de junio de 2012

Mola mazo

No soy lector de periódicos deportivos; pero estos días que estoy en el Polanco acompañando  a un familiar enfermo, leo todo lo que me compro y lo que se olvida la gente en los asientos. Uno de los periódicos olvidados era el Marca del 2 de junio. El diseño, la fotografía y la infografía de ese diario son magníficos. Los contenidos, en mi opinión, no tanto. Entiendo que cada cual puede tener las aficiones que le de la gana. Puedo también entender que uno tenga ídolos, ya sean deportistas, escritores, filósofos, campeones de póquer o maestros de esgrima.  Uno admira sus proezas deportivas, sus libros, sus conferencias, una jugada en la final en un campeonato en las Vegas. Me cuesta más entender la estupidez de ciertos ídolos y de sus fans. El Marca del 2 de junio publicaba una foto en color de la espalda tatuada   de Fernando Alonso con el siguiente pie: “Alonso “Samurai”. Fernando Alonso colgó ayer en una red social una foto del gran tatuaje que se hizo este invierno en la espalda. Como Marca adelantó, se trata de la figura de un samurái  japonés”. Que el tatuaje de Alonso en la espalda, el piercing en el pene o en los labios vaginales de los y las cantantes y “cantantas”, el grano en el culo de Piqué o la peca en el mismo lugar de Shakira, sean noticia dice mucho y malo del grado de estupidez que hemos alcanzado.  Yo de Fórmula Uno no entiendo nada; ni ganas que tengo de aprender. Supongo que para pilotar a toda pastilla un chisme de esos habrá que tener algunas cualidades. Pero yo, a decir verdad, todavía no las he descubierto.  Cada vez que he escuchado hablar a Fernando Alonso, no me ha parecido que el chico destacara ni en simpatía ni en fluidez verbal ni en nada.  Leer que se hace un tatuaje y que cuelga la foto con su espalda tatuada en una red social me confirma la impresión de que tal vez para ser piloto de Fórmula Uno hay que tener una mentalidad algo infantil. Tal vez esa podría ser la explicación de que igual que los críos (que no ven peligro en nada), los pilotos de coches y de motos se lancen a trescientos por hora por un circuito. Seguramente, si se les pregunta por qué lo hacen, nos respondan que porque mola mazo.

Evaristo Torres Olivas
¡Molo mazo!

jueves, 7 de junio de 2012

La religión

En una revista literaria leo la publicidad para promocionar un libro. Debajo de la foto de la portada, el siguiente texto: “Incluso si la religión no fuera cierta, ¿podríamos beneficiarnos de una parte de ella? ¡Vaya descubrimiento! En el caso de la religión católica son muchos, entre papas, cardenales, obispos, curas, monjas, frailes y sacristanes, que sabiendo  que no es cierta, llevan dos mil años beneficiándose. Además, el autor de ese texto publicitario  formula mal la pregunta porque dice la religión y no las religiones. Hay cientos de religiones y de variantes de cada una de ellas. Y el rollo patatero que nos largan los capitostes de cada una es que solamente la suya es verdadera  y todas las demás, un engaño. Supongamos que la verdadera es la de Rouco, la católica, apostólica y romana. De ser así, los españoles tenemos mucha suerte porque tenemos cerca a Rouco y nos recuerda que la única religión verdadera es la que él nos enseña. Y tenemos miles de catedrales e iglesias en las que adorar a Dios, a su Hijo, a su Padre José y a su madre  María, a la palomica del Espíritu Santo, a todos los ángeles y arcángeles,  a los  santos y cuerpos celestiales. Pero el que nace en Arabia Saudí lo tiene jodido. Allí no predica Rouco sino otros jefes religiosos que anuncian con mucha convicción que la única religión verdadera es la de Alá y su profeta Mahoma. ¿Por qué una persona nacida en Arabia  tiene tan difícil conocer al Dios verdadero de la religión verdadera del verdadero Rouco?  Cuando un musulmán golpee la puerta de San Pedro, ¿lo recibirán con los brazos abiertos o lo mandarán directamente al averno por practicar una religión falsa?  Que me manden a mí al infierno lo veo justo porque habiendo tenido la oportunidad, gracias a Rouco y sus subordinados, de conocer al Dios verdadero, he renunciado a Él y me he metido yo solo en el pozo negro. Pero que condenen a un pobre musulmán al castigo eterno me parecería motivo suficiente para pensar que la religión católica, apostólica y romana tampoco es la verdadera.

Evaristo Torres Olivas

miércoles, 6 de junio de 2012

Las cuatro estrellas

Inauguran un hotel de cuatro estrellas en Alcañiz y se monta un fiestorro con 300 invitados. En principio, nada raro ni sospechoso. Pero miremos a través de la lupa para observar con más detalle. Cuenta la crónica del Heraldo de Aragón del jueves 31 de mayo que “el acto contó con la presencia de numerosos representantes de todos los sectores de la sociedad aragonesa. Políticos, empresarios, militares, hoteleros y vecinos de Alcañiz”. Omite a los curas en esa enumeración, aunque sí menciona que “el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, junto al párroco de Alcañiz, Jesús Jaime, fue el encargado de bendecir el renovado establecimiento hotelero”. ¿Qué pintan en una inauguración de un establecimiento privado los políticos, los curas y los militares? Nada. Pero sin embargo allí estaba el general Gan, en representación de la milicia; y en representación de la otra milicia, la de Cristo, el arzobispo. Políticos había a capazos o a espuertas. Desde Luisa Fernanda, capitana generala de la tropa aragonesa, a los concejales de los pueblos vecinos. ¿Es necesario tanto despliegue de políticos, curas y militares, con sus coches oficiales y con su chóferes oficiales, todos pagados por el Estado? No. ¿Y por qué lo hacen?  Pues porque en este país somos así. A los curas, a los militares y a los políticos siempre les ha gustado ir de gorra a todas partes, ya sea porque los invitan, ya porque pagan con la Visa Oro a cargo del erario. Y ni siquiera eso, porque queda poco elegante que un político pague; suelen llevar siempre a un machaca a su lado (también llamado secretario o persona de confianza) que se encarga de esas pequeñeces, además de reírse con los chistes malos de su señorito o señorita. El ritual suele ser siempre el mismo: dedican diez minutos a pronunciar los mismos discursos de siempre, a cortar la cinta y a decir que queda inaugurado este pantano, para después ponerse hasta las cejas de comer y de beber. Por ese motivo necesitan un coche oficial con chófer oficial: porque después de un opíparo banquete, necesitan echarse una cabezada y porque son muy responsables y saben que con el vino bueno de reserva circulando por la sangre no se debe conducir.
Evaristo Torres Olivas

martes, 5 de junio de 2012

El coche oficial

Sin falsa modestia, puedo afirmar y afirmo que soy un experto en coches oficiales. Un gran experto. En coches oficiales, de empresa, de cortesía,o cualquier otro nombre que se les quiera dar a los vehículos que una institución o una empresa entregan a algunos de sus dirigentes o empleados, gratis total. Por el morro. Cero euros. Conozco bien los argumentos que emplean los agraciados con el buga de balde para que no les asignen el más barato sino uno de gama alta y de elevado precio. Por dar una buena imagen de la empresa o de la institución, dicen los muy ladinos. También conozco al dedillo las razones que aducen para que les asignen un chófer oficial: que como son unas personas con mucha responsabilidad y mucho trabajo, aprovechan el tiempo para trabajar mientras el chófer los lleva de un sitio a otro. ¿Cómo sé todo esto? Pues porque me he dedicado durante más de veinte años a trabajar en departamentos de recursos humanos en grandes empresas y entre mis responsabilidades estaba la de adquirir, mantener, asignar y gestionar la flota de vehículos de empresa. Por ese motivo puedo asegurar y aseguro que el 99 por ciento de los coches oficiales son innecesarios y no sirven para los fines que esgrimen los beneficiarios. Un coche oficial con chófer uniformado, que cuesta un huevo tanto a las empresas como a las instituciones, para lo único que sirve es para aumentar el ego del que lo disfruta. Imaginen a Carmen Pobo, presi de la dipu, llegando a su casa de Cella en un Audi reluciente. El coche se detiene delante de la puerta de la casa, chalé o lo que sea donde vive. Un chófer trajeado  abre la puerta trasera para que baje doña Carmen. El subidón de ego que siente la señora Pobo alcanza el máximo nivel en la escala que se use para medir los subidones. Sabe que sus vecinos, unos directamente y otros detrás de los visillos, la observan con envidia cochina. El problema es que mantener esos caprichitos de los políticos nos cuesta un huevo a los ciudadanos. Más de un político que se dice de izquierdas y levanta el puño en los mítines, debería renunciar a su juguetito oficial. Si quiere desplazarse que lo haga en bus, tranvía, bicicleta o en su Ford Fiesta particular. Por simple coherencia con sus ideas.

Evaristo Torres Olivas

lunes, 4 de junio de 2012

Mentirosos

Reza el dicho popular que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. También dicen los forofos como el pedagogo Arturo Ramo que hay que difundir urbi et orbi los valores cristianos. Supongo que entre esos valores cristianos estarán los de no mentir, no manipular, no tergiversar los hechos. La Iglesia debería expulsar de su seno a aquellos pastores que engañan a las ovejas. Como Rouco Varela. Por engañar a la grey. Ha declarado que  “si la Iglesia pagase el IBI, iría en detrimento de otras acciones, como la de Cáritas”. A esas palabras, para entendernos, yo las calificaría de chantaje. Monseñor Rouco nos quiere chulear. ¿Por qué? Por lo que cuenta el director de Cáritas en Barcelona, Jordi Roglà: que la  Conferencia Episcopal aporta solamente 5 de los 270 millones de euros de las 68 Cáritas que hay en España; es decir, menos del 2%. En Barcelona aún es peor: de los 25 millones de 2012, la Conferencia Episcopal sólo aporta 233.008 euros, un 0´8 del presupuesto. Seguramente, la Iglesia gasta más en propaganda para pedirnos que pongamos la X en la casilla de la renta. ¿En qué funde la Iglesia la pasta que le suelta el Estado? En pagar a los curas, no, que su salario lo pagamos todos los españoles, creyentes y no creyentes. ¿Y a quién rinde cuentas la Iglesia? Será ante Dios, porque ante las autoridades de Hacienda, no. Y es que el reino de la Iglesia no es de este mundo pero la pasta que nos sisa, sí.  Aun así, desde hace siglos, en regímenes totalitarios o en los democráticos, en repúblicas o en monarquías, la iglesia mangonea, manipula, chantajea y chulea. Tanto hablar de su acción social, sus obras de caridad, su compromiso con los pobres y a la hora de la verdad, entrega migajas a las organizaciones como Cáritas. Una miseria comparado con lo que cuestan los viajes del Papa o la pasta gansa que desembolsa para evitar los juicios a los curas pederastas, que no son uno ni dos, sino cientos. La avarienta Iglesia no quiera pagar impuestos pero sí quiere recibir subvenciones del Estado. Eso sí, sin tener que rendir cuentas porque para eso son los curas los embajadores de Dios en la tierra. ¡Menudo cuento!

Evaristo Torres Olivas

viernes, 1 de junio de 2012

Me sobran los motivos

En apenas dos días me he llevado tres soponcios de tres socialistas. No es que les tenga manía a los socialistas en general, no. Les tengo manía a los pseudosocialistas del PSOE. A unos más que a otros. No trago a los que nada aportan, a los que llevan media vida ocupando puestos para los que no están capacitados y lo único que se recuerda de ellos es su mediocridad. ¿De qué tres socialistas estoy hablando? El primero es don Marcelino Iglesias, el monitor de esquí, el de tan larga trayectoria política como corto su bagaje académico: nadie sabe qué estudió ni dónde. En una entrevista a Efe publica el Diario de Teruel del 28 de mayo, el que empezó de alcalde de Bonansa y hoy dormita en el cementerio de elefantes del Senado, cuenta, con tres semanas de retraso, lo que ya contaron otros. El segundo pseudosocialista es mi enemigo, el censor Arrufat, otro dinosaurio político que sestea en el Senado. Lo más destacable de su pensamiento en las declaraciones que recoge el Diario de Teruel del día 29 de mayo: “La pelota está en el tejado, Teruel se juega mucho y el rodillo del PP”. Fuera de las frases hechas, el censor no tiene nada más que decir. El tercer psocialista  es el sucesor de Marcelino Iglesias en la Secretaría de Organización del PSOE federal, Óscar López. También el 28 de mayo, el Diario de Teruel recoge unas declaraciones de don Óscar en las que exige al Gobierno que le cobre el IBI a la Iglesia. No es que me oponga a que la Iglesia apoquine lo que le corresponde. Lo que me produce vómitos es que el PSOE, en todos sus años de gobierno no hizo nada para que los curas soltaran la pasta y ahora que están en la oposición piden que otros hagan lo que ellos no tuvieron huevos de hacer. Cuando mandaban ellos, no solamente no hicieron nada para revisar la viruta que le soltamos a la Iglesia y la que la Iglesia deja de pagar a Hacienda, sino que incluso iban a los guateques de investidura de los obispos: revisen las hemerotecas y comprobarán que cuando tomó posesión el obispo de Teruel, los primeros bancos de la catedral estaban atestados de psocialistas. Como ven, me sobran los motivos para estar cabreado.

Evaristo  Torres Olivas