Evaristo Torres Olivas
lunes, 4 de junio de 2012
Mentirosos
Reza el dicho popular que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. También dicen los forofos como el pedagogo Arturo Ramo que hay que difundir urbi et orbi los valores cristianos. Supongo que entre esos valores cristianos estarán los de no mentir, no manipular, no tergiversar los hechos. La Iglesia debería expulsar de su seno a aquellos pastores que engañan a las ovejas. Como Rouco Varela. Por engañar a la grey. Ha declarado que “si la Iglesia pagase el IBI, iría en detrimento de otras acciones, como la de Cáritas”. A esas palabras, para entendernos, yo las calificaría de chantaje. Monseñor Rouco nos quiere chulear. ¿Por qué? Por lo que cuenta el director de Cáritas en Barcelona, Jordi Roglà: que la Conferencia Episcopal aporta solamente 5 de los 270 millones de euros de las 68 Cáritas que hay en España; es decir, menos del 2%. En Barcelona aún es peor: de los 25 millones de 2012, la Conferencia Episcopal sólo aporta 233.008 euros, un 0´8 del presupuesto. Seguramente, la Iglesia gasta más en propaganda para pedirnos que pongamos la X en la casilla de la renta. ¿En qué funde la Iglesia la pasta que le suelta el Estado? En pagar a los curas, no, que su salario lo pagamos todos los españoles, creyentes y no creyentes. ¿Y a quién rinde cuentas la Iglesia? Será ante Dios, porque ante las autoridades de Hacienda, no. Y es que el reino de la Iglesia no es de este mundo pero la pasta que nos sisa, sí. Aun así, desde hace siglos, en regímenes totalitarios o en los democráticos, en repúblicas o en monarquías, la iglesia mangonea, manipula, chantajea y chulea. Tanto hablar de su acción social, sus obras de caridad, su compromiso con los pobres y a la hora de la verdad, entrega migajas a las organizaciones como Cáritas. Una miseria comparado con lo que cuestan los viajes del Papa o la pasta gansa que desembolsa para evitar los juicios a los curas pederastas, que no son uno ni dos, sino cientos. La avarienta Iglesia no quiera pagar impuestos pero sí quiere recibir subvenciones del Estado. Eso sí, sin tener que rendir cuentas porque para eso son los curas los embajadores de Dios en la tierra. ¡Menudo cuento!
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A estacazo limpio
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