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“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino
Mola mazo
No soy lector de periódicos deportivos; pero estos días que estoy en el Polanco acompañando a un familiar enfermo, leo todo lo que me compro y lo que se olvida la gente en los asientos. Uno de los periódicos olvidados era el Marca del 2 de junio. El diseño, la fotografía y la infografía de ese diario son magníficos. Los contenidos, en mi opinión, no tanto. Entiendo que cada cual puede tener las aficiones que le de la gana. Puedo también entender que uno tenga ídolos, ya sean deportistas, escritores, filósofos, campeones de póquer o maestros de esgrima. Uno admira sus proezas deportivas, sus libros, sus conferencias, una jugada en la final en un campeonato en las Vegas. Me cuesta más entender la estupidez de ciertos ídolos y de sus fans. El Marca del 2 de junio publicaba una foto en color de la espalda tatuada de Fernando Alonso con el siguiente pie: “Alonso “Samurai”. Fernando Alonso colgó ayer en una red social una foto del gran tatuaje que se hizo este invierno en la espalda. Como Marca adelantó, se trata de la figura de un samurái japonés”. Que el tatuaje de Alonso en la espalda, el piercing en el pene o en los labios vaginales de los y las cantantes y “cantantas”, el grano en el culo de Piqué o la peca en el mismo lugar de Shakira, sean noticia dice mucho y malo del grado de estupidez que hemos alcanzado. Yo de Fórmula Uno no entiendo nada; ni ganas que tengo de aprender. Supongo que para pilotar a toda pastilla un chisme de esos habrá que tener algunas cualidades. Pero yo, a decir verdad, todavía no las he descubierto. Cada vez que he escuchado hablar a Fernando Alonso, no me ha parecido que el chico destacara ni en simpatía ni en fluidez verbal ni en nada. Leer que se hace un tatuaje y que cuelga la foto con su espalda tatuada en una red social me confirma la impresión de que tal vez para ser piloto de Fórmula Uno hay que tener una mentalidad algo infantil. Tal vez esa podría ser la explicación de que igual que los críos (que no ven peligro en nada), los pilotos de coches y de motos se lancen a trescientos por hora por un circuito. Seguramente, si se les pregunta por qué lo hacen, nos respondan que porque mola mazo.
Evaristo Torres Olivas
¡Molo mazo!
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