Evaristo Torres Olivas
viernes, 9 de noviembre de 2012
Es culpa de los políticos
Tengo dudas sobre si don Ignacio Urquizu, el sociólogo
turolense de Alcañiz, profesor universitario y miembro de la ejecutiva del PSOE
de Aragón, es un ingenuo o un cínico.Tal vez sea las dos cosas. El 29 de
octubre, publicaba don Ignacio un artículo de opinión en el diario El País que
titula ¿Es culpa de los políticos? En ese artículo pretende diluir la
responsabilidad de los políticos que aparecen en todas las encuestas como el
principal problema de España. El primer
reproche que le hago es que firma ese artículo como profesor de Sociología de
la Complutense. Omite que es miembro de la ejecutiva del PSOE de Aragón. Un dato
muy importante para que el lector pueda valorar la credibilidad que le merecen
las palabras del autor. No se debe enjuiciar de la misma manera lo que diga un
profesor sobre los políticos que lo que diga un político sobre sí mismo. El segundo error consiste en utilizar, para referirse a los políticos, la denominación tan poco científica, aunque muy utilizada, de clase política. En sociología, el concepto de clase se ha usado y se usa para estratificar a los ciudadados en función de criterios económicos: clase alta, media y baja, o como dice un conocido, ricos, pobres y de medio pelo. En
la terminología militar, a los desharrapados se les encuadran
en la clase de tropa. Tal vez, para el señor Urquizu, un político de su
partido y uno del PP, pertenecen a la
misma clase. Y no precisamente a la de tropa. Allá él. Muchos también
pensamos que se parecen mucho: PP y PSOE están formados por una clase de personas que hacen de la política un medio de vida; en muchos casos, el único medio de vida. Y, frecuentemente, sin tener la preparación necesaria para el desempeño de una actividad tan compleja como es la política. El resto del artículo es una sucesión de
obviedades: que la responsabilidad de todos los males es también de los economistas, los empresarios y los
expertos. Cierto, pero en una democracia los ciudadanos elegimos a los
políticos precisamente para que controlen a los economistas, a los empresarios
y a los expertos y no para que se dejen controlar por ellos. Y el partido al
que pertenece don Ignacio, el PSOE, es de los que indultan a banqueros como
Alfredo Sáenz, y de los que dicen una cosa y hacen otra, convirtiendo sus
promesas electorales en papeles con menos valor que un billete del Monopoly.
Hasta aquí la "ingenuidad" de don Ignacio. El cinismo lo manifiesta cuando
declara que los “partidos deban [deben] revisar su funcionamiento interno y
reflexionar sobre cómo seleccionar a sus dirigentes”. Y termina su artículo
afirmando que “nos deberíamos preguntar por qué muchas personas de enorme valía
tienen escasa vocación política. Si seguimos despreciando a la clase política,
será muy difícil convencer a muchas personas para que dediquen una parte de su
vida a la gestión de lo público”. ¡Manda huevos! que diría Federico
Trillo. No es necesario ir muy lejos
para descubrir el cinismo que encierran esas palabras: basta con ver el funcionamiento
del PSOE de Teruel y Alcañiz. Los dirigentes de Teruel son siempre los mismos;
las mismas caras ocupan los puestos mejor retribuidos legislatura tras
legislatura y, lo que es peor, sin tener la preparación ni la experiencia
necesarias. Quien siga las actuaciones del
PSOE de la capital y de la provincia sabe que la democracia no es algo que se
practique mucho en ese partido. ¿Y cómo se llaman los que dominan el aparato y
no permiten que gente más preparada
progrese? Los de siempre: Velasco, Guillén, Arrufat, Pérez y otros
chicos y chicas del montón. Del montón de los dirigentes mediocres. Los
que quitan a un Callejero y ponen a un Ponz. Los que, como Mayte Pérez, se colocan en varias listas, para asegurarse el resultado de la quiniela (¡cómo si no hubiera canditatos en el PSOE para ser concejal o diputado autonómico!). Ese es el motivo por el que los
ciudadanos consideramos que los políticos que tenemos son los culpables de
nuestros males. Y ellos son los que se están cargando la democracia entregando
el poder a los empresarios, los banqueros y los expertos al servicio de los que
no se presentan nunca a las elecciones.
Evaristo Torres Olivas
Evaristo Torres Olivas
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4 comentarios:
Toda persona que tenga carnet de un partido y esté implicado como el Sr. Urquizu, tiene dudosa credibilidad en cuanto a sus opiniones. Los políticos no pueden controlar ni a los empresarios ni a los banqueros pues son su refugio cuando se ladean de la política y, además, ya conocemos la condonación de deudas de la banca a los partidos a cambio de... ¡SON UNOS CARADURAS!
En Alcañiz somos muchos los que lo conocemos desde hace tiempo.Sabemos de su respeto por las decisiones democráticas que una asamblea adopta libre, democrática y transparentemente, y de su capacidad para, siendo representante de esa misma asamblea, votar en contra de decisiones mayoritarias, adoptadas por ella, en otros órganos. De su capacidad para olvidar lo que dice en público y de faltar a la verdad también alguno tenemos conocimiento de primera mano y oído.
La realidad es que tenemos una democracia(?)de muy baja calidad.
Si hemos llegado al desastre actual no es por casualidad. Aparte la crisis mundial, aquí en este arruinado y dividido pais, la casta o clase politica es en gran parte culpable de la situación; un sistema de partidos y una ley electoral peculiar han creado al monstruo.Han sido necesarios 35 años pero el resultado ya se ve y se siente.
Un PP de mediocres, corruptos y, porque no recordarlo, de franquistas sociológicos;imposible que sepan sacarnos de la ruina que se avecina.Eso sí el Sr. Rajoy ya es tan mentiroso como ZP y bastante más imprevisible.
Del PSOE que se puede añadir despues de ver como ZP destruía al pais y a su partido.
Y que decir de CiU que para tapar sus tropelías y sus verguenzas son capaces de todo y Más.
Y en fin....esto tiene dificil arreglo. El Sr. Urquizu debería batallar en su PSOE por las buenas ideas que al parecer tiene. Ahí es donde está la clave pues lo que el dice ya lo sabemos.
ARB
Democracia, en su sentido más amplio, no tiene nada que ver con echar un papelito cada 4 años en una caja para votar a un cabrón u otro.
Estamos pillados por las decisiones de muy poca gente, y a esos otros ladrones ni siquiera se les vota.
¿Democracia de baja calidad? ¡Fantasía de primera!
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