El pasado martes escribí una columna en la que señalaba la
incoherencia de algunos dirigentes de Podemos al conceder la medalla del
ayuntamiento de Cádiz a una virgen. Concretamente, el alcalde, Kichi, y
Monedero, el intelectual y fundador de Podemos. Pero para que la cosa quede
clara, para que no haya lugar a dudas, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y la secretaria general de
Andalucía, Teresa Rodríguez, han respaldado la decisión de condecorar a la
virgen. Esto viene a demostrar que los partidos nuevos, la nueva política, es
igual que la vieja y que tanto una como la otra se inspiran en la filosofía
marxista-grouchista: “Estos son mis
principios. Si no le gustan… tengo otros”, es decir que digo una cosa y su contraria
en función de lo que me sale de las narices en cada momento. También se le
podría aplicar la “Ley Campoamor” esa que dice que “«En este mundo
traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con
que se mira». A esta forma de
proceder se le puede llamar subjetivismo o relativismo. Yo prefiero llamarlo morro,
desvergüenza, pobreza intelectual. Los argumentos que han utilizado tanto
Iglesias como Rodríguez no se sostienen de ninguna manera. Afirma Iglesias en
una entrevista: “Yo creo que Kichi lo ha manejado de una manera muy laica en el
sentido de que se trata una muestra de respeto a los sentimientos populares
demostrando que hay que convivir con distintos pareceres y tradiciones. Los
urbanitas de izquierda tenemos que aprender a respetar esas tradiciones tan
arraigadas en el pueblo”. Ya ven qué argumentos: manejar de manera laica la concesión de una
medalla a una virgen. Y después, apelar a las tradiciones arraigadas en el
pueblo. A las tradiciones apela también Teresa Rodríguez en una entrevista en la SER: "Tiene que ver con la gente, y eso es algo distinto a la jerarquía
religiosa. Tiene que ver con la tradición, con los niños entregando nardos a la
Patrona, y trasciende lo religioso. Tiene que ver con cómo la gente siente y respira.
Y nosotros no somos diferentes del pueblo al que queremos representar".
Tal vez habría que recordarles que tradición y traición tienen el mismo origen
etimológico. Utilizar la tradición según convenga es una traición.
martes, 6 de junio de 2017
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3 comentarios:
Las declaraciones de Iglesias solo hablan de lo chulo que es ese individuo, como si el pueblo fuera un hatajo de ignorantes discapacitados a los que de vez en cuando 'los urbanitas' tienen que descender. Pero las de Monedero, y, sobre todo, las de Rodríguez me parecen más interesantes, porque un partido cuya marca es 'la gente' no puede pensar que la gente es ese 13,8% de ciudadanos con derecho a voto que los eligieron sino ellos y todos los demás, incluidos tú y yo, Evaristo, pero también las beatas de tu pueblo, si es que las hay. Yo vi aquel pleno del Ayto. de Cádiz más bien como un acto de fina estrategia, porque la propuesta de concesión de la medalla era una invitación, precisamente, a echarles a la gente encima, y la bocina de salida para que en todos los ayuntamientos se hiciera lo mismo con aquellas tradiciones que no caben en el marxismo anguitiano de Podemos, donde los curas, las vírgenes y los espíritus son solo ellos. Pero el resultado está bien: la gente es eso, marxistas ortodoxos y presidentes de cofradía, estibadores y costaleros, vírgenes y gogós. Creo que es la primera vez que veo que Podemos ha entendido qué demonios (o vírgenes) es eso de la transversalidad. En mi trabajo siempre ha habido al menos un cura, y lo normal era que me llevase bien con él, primero porque era un cura de tropa, y segundo porque no perdíamos el tiempo en discutir sino en interesarnos por aquello del otro que desconocíamos. Cuando veo a los bárbaros del Rocío saltar la reja pienso en los que escalan la columna del Torico en la Vaquilla o los que suben a un niño a ocho metros de altura en los castillos catalanes. Qué diferencia hay. ¿No se hizo aquí a un puente de cemento Vaquillero de Honor? ¿A alguien le pareció mal? Una formación que basa su capacidad de proselitismo precisamente en la adoración mesiánica y cuyos miembros hablan del líder con su nombre de pila, como iniciados de una secta, no debe de encontrar del todo raro que se condecore a un santo de palo. Si alguien quiere cambiar esto, tendrá que aceptar a los demás tal y como son. La pureza ideológica solo garantiza minorías exquisitas. E inútiles.
En parte, estoy de acuerdo con el comentario de arriba y, en parte, también con el artículo.
El tema es mucho más complejo. Por resumir, podríamos decir que "las derechas", cuando acceden a las instituciones, pueden aplicar sus programas con pocos o muy pocos cambios y obstáculos; las izquierdas (las que lo son un poco), tienen que envainarse muchas cosas importantes en su acción de gobierno.
Al fin y al cabo, muchas de las ideas y costumbres instauradas en la sociedad refuerzan, mayoritariamente, a las derechas. Desde que nacemos, absorvemos un sistema de valores, unas referencias, en todos los ámbitos de la vida, que, directa o indirectamente, están encaminados a que todo permanezca como está. Y, por tanto, a que las pocas personas que deciden y las pocas personas que se benefician de la situación global, sigan haciéndolo. Más y mejor, si es posible.
Se han ocupado -y se ocupan- de "educarnos"... sin que nos demos cuenta de que muchas de nuestras ideas... nunca fueron "nuestras".
Por esto, y por muchas otras razones, cuando las izquierdas acceden al poder, acaban haciendo -en buena medida- lo mismo que los variopintos partidos de derechas cuando estaban al mando de la institución que queramos poner.
Añadir que, si la izquierda tiene que renunciar a bastantes cosas cuando gobierna, quizá debería replantearse el papel que juega, en la práctica, en la situación política de cada lugar.
Porque desde los barrios, desde la calle, sin el poder, es muy difícil... pero si cuando lo tienes hay mecanismos que, de una u otra forma, obstaculizan gravemente tus objetivos... apañados vamos.
Cada cual que esté donde mejor le parezca... y a ver.
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