Ayer hablaba del talento, sin definir qué es. Un comentario
de José Francisco Luz* me ha impulsado a escribir esta nueva columna sobre el
mismo asunto. El talento puede entenderse como “la capacidad o aptitud que
tiene una persona para aprender, desempeñar y desarrollar con habilidad una
actividad”. Tener talento es ser competente en algo, hacer ese algo mejor que
la mayoría. Hacer algo no significa hacerlo todo. Se puede ser muy buena informática,
cirujana o cocinera y ser una inútil para dirigir una empresa de ordenadores,
un hospital o un restaurante de mil estrellas. Cada puesto de trabajo, cada
responsabilidad, precisa unos conocimientos, unas competencias y unos talentos
concretos y diferentes a los demás. Y la selección de personal consiste
precisamente en encontrar a la persona con el perfil que requiere el puesto. Si
la selección la hacen personas formadas y capacitadas y utilizando las
herramientas necesarias, los resultados son
buenos y se elige a las personas más aptas. Si se manipula, los resultados
suelen ser desastrosos. ¿Y cuándo se manipula? Cuando quienes deciden son juez
y parte: una selección a la que se presenta el hijo, el sobrino o la cuñada de
quien tiene la decisión final. Cuando quienes deciden son incompetentes: un
tribunal formado por ingenieras y abogados para seleccionar a un neurocirujano.
Cuando quienes deciden no tienen en cuenta el talento sino otros factores:
pertenencia a un clan determinado, de una ideología concreta, de una facción
determinada. En todas partes se pueden producir manipulaciones, pero donde se
dan todas ellas y con mayor intensidad es en la política. El nepotismo, la
incompetencia de los que deciden quién va en las listas o a quién se le da un
cargo determinado, la devolución de favores y el reparto de cuotas por familias
políticas (sanchistas y susanistas, pablistas y errejonistas) consiguen que los
mejores se queden fuera. En otras ocasiones, los peores son elegidos a
conciencia porque poner a un inútil al frente de una responsabilidad para la
que no tiene ni actitud ni aptitud ni talento lo hacen más dúctil, más
manejable, más manipulable, más sobornable, más corruptible por quienes no dan
la cara pero tienen el poder. Los poderes fácticos.
Evaristo Torres Olivas
*José Francisco Luz Gómez de
Travecedo Debo entender que un organizador de carreritas cobraba del erario
público más que un ministro del gobierno? Que es talento? Estoy seguro que
talento es oportunismo y amigos influyentes. Es curioso que talentos económicos,
así se consideran, como Rato, Solbes y Pizarro no sean economistas sino
abogados reciclados. Nómbrenme director del Banco Mundial y de inmediato se me
considerara un talento. En la realidad no se llega al cargo por talento sino al
revés, el cargo crea el talento y la retribución consiguiente. Todo milongas
políticas que nos cuestan millones para nada. Estoy seguro de que al director
de PLATA en Teruel también es considerado un talento. Como no!
2 comentarios:
Nuestro pueblo es cuna de "talentos". Hoy han salido 2 en el DDT: El jefe del ADRICTE y la jefa de la COMARCA.
Saludos Evaristo.
Talento, este caso, quiere decir enchufado del PAR. Mejor dicho, enchufados del PAR, el de Motorland y quienes lo defienden.
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