“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 14 de abril de 2015

Los vendedores de burras (4)

Las listas electorales pueden ser abiertas o cerradas. Y nada más. Les pasa lo mismo que a las personas, que solo pueden estar vivas o muertas; o a las bombillas, que están encendidas o apagadas. No se puede estar ni medio vivo ni medio muerto, ni una luz medio encendida o medio apagada. Pero los partidos se las ingenian para presentar como abierto lo que es cerrado, y con frecuencia lo consiguen. Es todo un arte el de la simulación, el hacer como que, el dar gato por liebre. Y hay varios métodos para convertir en cerrado lo que se anuncia como abierto. La prueba de que se ha cocinado el sistema de elección la tenemos cuando de antemano somos capaces de adivinar los resultados, con un alto porcentaje de acierto. Existe cocinado cuando se presentan los candidatos en un orden predeterminado. Se trata del llamado efecto orden: está demostrado que cuando a las personas se les da a escoger una serie de elementos ordenados en una lista, eligen los que están situados al principio. Es decir, que el orden de los factores sí altera el producto. También se juega con ventaja cuando unos candidatos se presentan agrupados y otros sin agrupar: los agrupados obtienen muchísimos más votos que los no agrupados, especialmente si son muchos los candidatos a elegir y muy breve el período de tiempo para poder votar. La exigencia de avales es otra barrera de entrada importante: los aparatos de los partidos, que controlan los censos, pueden favorecer a unos candidatos frente a otros, o incluso pronunciarse públicamente a favor de unas personas y silenciar a otras. Y finalmente, están las estrategias de votación para conseguir unos resultados determinados, que solamente pueden tener éxito cuando el número de electores es pequeño, de unos pocos miles. En definitiva, que muchos quieren jugar a las listas abiertas cerradas, ganar con las cartas marcadas, participar en la carrera si les dan cien metros de ventaja sobre los adversarios, comprar lotería si saben el número que va a ser premiado. El problema es que estas cosas ocurren porque a los ciudadanos nos da igual. Y como decía Platón, el precio de desentenderse de la política es permitir que no nos gobiernen las mejores personas.

Evaristo Torres Olivas
y las mujeres peores

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las listas abiertas acaban con la oligarquía de los partidos políticos. Hay que reconocer que los recuentos serían laboriosos, tediosos e interminables, pero hay que ir hacia ellas. De la lista que ha presentado el partido que creo que voy a votar en las próximas elecciones a la alcaldía de Teruel, hay tres personas a las que me repatea votarles. ¿Por qué tengo que votar a esos tres si no los trago?