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“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino
La dimisión de Willy Meyer
En el país de los ciegos, el tuerto es rey. O érase una
vez un reino donde dimitir es tan poco frecuente que si un
político lo hace, sus fans y amigos lo
quieren convertir en héroe. Es lo que ha
pasado con la dimisión de Willy Meyer, eurodiputado de Izquierda Unida. Se
apresuran a decir sus defensores que el señor Meyer no ha cometido ningún
delito. Y es cierto. Participar en un fondo de pensiones gestionado por una
sicav no constituye ni delito, ni falta, ni nada de nada desde un punto de
vista legal. Tampoco es delito cobrar veinte millones de euros anuales por
dirigir un banco o recibir un bonus desproporcionado por hundir una caja de
ahorros. Ni siquiera es delito modificar el artículo 135 de la Constitución en
pleno mes de agosto, de tapadillo y a
toda prisa. Pero por encima de lo legal están los principios, que son los
pilares sobre los que se sostiene una organización. Izquierda Unida rechaza en
sus programas y en su ideario la ingeniería financiera, la especulación y las
sicavs, y es firme defensora de la
gestión pública y de las pensiones públicas. Lo sabe hasta el último militante
de base. Combatir en los mítines las sicavs y participar en una es una acción
tan “sacrílega” como ser vegetariano y comerse un cochinillo diario o pacifista
y comprarse una ametralladora. Para magnificar la acción de Willy Meyer, sus
defensores piden que los diputados de otros partidos que también suscribieron
el mismo plan de pensiones, dimitan. No
estoy de acuerdo. Los eurodiputados del PP y del PSOE, Cañete e Inés
Ayala, por poner dos ejemplos, no traicionaron ningún principio ya que sus
partidos apoyan y defienden las sicavs. Pero no seamos malpensados y aceptemos
la versión de Willy de que no conocía que el fondo lo gestionaba una sicav en
Luxemburgo, aunque para ello tengamos que pasar por alto que el señor
Meyer tenía que haber sospechado que
Izquierda Unida, sicav, paraíso fiscal y pensión privada son conceptos que no
combinan muy bien. O también ignorar las palabras del político Ignasi Guardans
que rechazó apuntarse a ese fondo cuando era eurodiputado: "Cualquiera con
un mínimo de responsabilidad sabe que ese fondo de pensiones lo gestiona una
sicav". También tendríamos que obviar que en Luxemburgo las sicavs son
opacas y que no hay obligación de revelar el nombre de los partícipes, de tal
forma que si los periodistas no descubren el pastel, nunca se habría sabido.
Pongamos que ignoraba lo de la sicav. Pero no ignoraba que tenía un plan de
pensiones privado. Y que por ese plan él aportaba un tercio
y el Parlamento Europeo, o sea nosotros, los ciudadanos, dos tercios. Pero no hablamos
de una cantidad simbólica: el eurodiputado aportaba 1.194 euros al mes mientras
que el Parlamento Europeo aportaba el doble de esa cantidad -2.388 euros-. No
está mal, más de 3.500 euros mensuales. Solo en
pensiones. También debería haberse dado cuenta de que mientras las pensiones
públicas en España se estancaban o subían una miseria, su plan privado tenía
unas rentabilidades impresionantes. Y finalmente, el señor Meyer, que era
miembro de la dirección federal, se enteraría de que a principios de
legislatura en el Parlamento español, ya hubo revuelo en IU con los planes de pensiones privados de
Llamazares y otros diputados y que
finalmente renunciaron a ellos; pero él no dijo nada de lo suyo.
Todo esto seguro que lo saben sus defensores, entre los que se encuentra el
coordinador del partido en Aragón, Adolfo Barrena; pero se queja don Adolfo en su cuenta de Facefook
que le parece “inaudita la bajeza moral de los inquisidores que, a pesar de
haber dimitido, (no ha sido necesario cesarle, ni presionarle) siguen
“linchándole””. A continuación, añade que el que ha dimitido “es el mismo
Willy Meyer que vivió la cárcel del franquismo, que estuvo bajo las
garras de Billy el Niño (torturador)….”. No es bueno mezclar asuntos, churras
con merinas o confundir el culo con las témporas. O se está a setas o a rolex, como el chiste.
Que el señor Meyer fuera torturado por el franquismo, que Aznar o Madina
sufrieran un atentado de ETA o que el abuelo de Zapatero fuera fusilado, no los
hace mejores ni peores gobernantes, ni más honestos, ni les exime de nada. Lo
único que reflejan esas acciones es la bajeza de un régimen fascista y los
métodos criminales de una banda terrorista. Concluye el señor Barrena su
defensa de Meyer afirmando que “es el Willy Meyer que, con la cabeza alta que
puede mantener siempre una persona honesta, honrada, coherente y
comprometida, asume su error y hace su
último trabajo público por Izquierda Unida”. No quiero ponerme a juzgar la
honestidad, la honradez y el compromiso del señor Meyer. Pero sí la coherencia:
no es muy coherente ser dirigente de Izquierda Unida y tener un plan privado pagado con dinero público. Tampoco creo que haya que
elogiarlo por hacer algo que debería ser
normal en cualquier partido: dimitir por no respetar los principios básicos,
los pilares de una organización. Ya ven, en el país donde nadie dimite, cuando
uno lo hace, algunos lo quieren convertir en leyenda viva. Sería más o menos, ahora que estamos con el
Mundial, como felicitar a un jugador que
le da dado una patada a otro, por aceptar la tarjeta roja de expulsión.
Y finalmente, IU que presume de transparencia, que publica
los ingresos de sus cargos en la página web, ¿no sabía que el señor Meyer
recibía de una institución pública una cantidad de dinero muy elevada para
pagarse un fondo de pensiones? ¿Engañó el señor Meyer al partido
o hizo el partido la vista gorda?
Evaristo Torres Olivas
2 comentarios:
Muy sencillo. En un aentrevista con Carlos Ansina, Meller dijo que le llegaban tantos papeles a su despacho, que, durante años, no tuvo tiempo ni modo de enterarse de los recibos que le enviaban relativos a su fondo de pensiones.
¡Venga ya! Este tío nos quiere tomar por tontos. Todo el mundo sabe que, tras el escándalo, el partido le ha obligado a dimitir. Y sobre Barrena, uno de sus defensores, sólo hay que darse una vuelta por Zaragoza y ver la vida que lleva, a qué restaurantes va a a comer (él lo llama almorzar) y los sitios que pisa. En definitiva, "rojos" señoritos viviendo del cuento. Para cosa tal ya tenemos a los del PSOE, o a los del PP, que no se diferencian prácticamente en nada.
¡Hala, Evaristo!, cuidate, que a este paso te va a dar un infarto. U dos.
Evaristo, soy Christiane, ¿cómo voy a compartir lo que escribes si no pones la "F" de facebook?
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