“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 9 de abril de 2014

Chanchullos y trapicheos

En el guateque que montó el alcalde Blasco el pasado sábado,  contó que habían sido “35 años de política honrada” en los que “nadie ha sido condenado ni procesado por corrupción”. También dijo lo de que nadie se había llevado un euro,  sino todo lo contrario.  Me he puesto a pensar qué entiende el señor Blasco por honradez y corrupción. Y en general, qué entendemos los españoles por corrupción y honradez. Me han ayudado mucho mis lecturas de los últimos días. Una de ellas, un artículo, Los colores de la corrupción, del catedrático de Historia Javier Moreno. Para algunos, nos cuenta el profesor, la corrupción consiste en “abusos que contravienen la moral vigente  con el fin de obtener beneficios particulares”; para otros, “son actos que violan la ley e implican el enriquecimientos de los corruptos”.  A continuación afirma que toda definición cojea porque “¿qué ocurre cuando las costumbres aceptan que los responsables públicos rebañen algún botín? ¿Y si las leyes no previeran ciertos casos de saqueo?”.  Sus reflexiones le conducen a afirmar que  en España todavía “el nepotismo y las prácticas clientelares “son habituales y que “la recomendación engrasa todavía demasiadas decisiones”.
 La otra lectura que me ha ayudado ha sido un blog de humor en el que entre otras curiosidades afirma que en otros idiomas no existen palabras para traducir chanchullo y trapicheo. Para explicarlas hay que recurrir a perífrasis y largas explicaciones de varias líneas. Por algo será.
  Finalmente, un sesudo trabajo académico de dos profesores norteamericanos, Corruption: Evidence from Diplomatic Parking Tickets, en el que se estudian los hábitos de aparcamiento de los diplomáticos de la ONU. Al tener inmunidad diplomática, estas personas disfrutan del privilegio de no pagar las multas de aparcamiento, aunque la policía de Nueva York debe recogerlas en su base de datos. Según ese estudio, los que más se comportan a lo Esperanza Aguirre son Kuwait, Egipto, Sudán y algún otro que no recuerdo, con una media de 246 multas por diplomático y año en el caso de Kuwait. Los más honrados, Japón, Canadá, Suecia, Dinamarca y Noruega, con cero multas por diplomático y año. ¿Y los españoles? Dentro de la UE, solo nos superan los italianos. Los franceses no llegan ni a la mitad de las de los españoles y Alemania apenas tiene multas.

 Habría que preguntarle a nuestro alcalde Blasco si lo que él entiende por corrupción es que no te pillen, o que enchufar a los amigos y a la parentela no es ser deshonesto, ni tampoco utilizar los pisos de la Diputación para usos particulares de los políticos. Porque hay varias maneras de reducir la corrupción y e incrementar la honestidad,  pero la más barata es redefinir esas palabras para que no sean tan estrictas: si no te pillan no eres corrupto; si te pillan, además de corrupto eres gilipollas. Por supuesto, los chanchulleros y los que trapichean son gente muy decente. Esperemos a las sentencias de Plaza y otras investigaciones como las depuradoras de Aragón para ver si hay que revisar las definiciones para que Teruel siga sin tener políticos corruptos ni deshonestos.
Evaristo Torres Olivas
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y lo del aparcamiento de su casa, asunto que es la comidilla de todo Teruel,¿cómo se llama?

Trallero dijo...

Siempre había pensado que a estos políticos había que echarles de comer aparte. Veo que ellos también lo piensan, y lo llevan a cabo.