Toda la carne en el asador

Hace unos días escribía que a mí la derecha nunca me ha traicionado porque nunca la he votado y nada espero de esa gente. Sí me sentía traicionado por el PSOE que bajo el disfraz de corderico con mucho talante y muy buen rollo, esconde a un lobo feroz capaz de comerse con sus enormes dientes todas las conquistas de los trabajadores. Ahora quiero añadir que tampoco me siento traicionado por los bancos, ni por los grandes empresarios. Sé de qué va lo suyo y al servicio de qué intereses están. Pero sí me siento traicionado por los sindicatos. He asistido a la mayoría de las manifestaciones, actos de protesta y huelga convocados por CCOO. He escuchado con atención los discursos de la responsable de CCOO en Teruel, Mari Luz Benedicto. Hace no muchos meses, la señora Benedicto advirtió con voz “mitinera” de que “los trabajadores nos se detendrán hasta que el pensionazo termine en la papelera”. Arremetió a continuación contra la propuesta gubernamental de retrasar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años por considerarla “imprudente, injustificada e inoportuna” y porque “el sistema nacional de pensiones es sólido, y las manifestaciones gubernamentales solo sirven para meter miedo a los trabajadores”. Todo eso dijo y los cuatro gatos que estábamos allí la aplaudimos. Apenas han pasado unos meses, y el día 3 de febrero, una vez firmado el Acuerdo social y económico para el crecimiento, el empleo y la garantía de las pensiones, leo en el Diario de Teruel que doña Mari Luz se vanagloria de que “para nosotros este pacto es consecuencia de las movilizaciones, de la presión y también de la huelga general de septiembre. Se han echado atrás algunas propuestas radicales; así, al jubilación de los 67 años ya no es para todos los trabajadores”. Del no al pensionazo y el no de ninguna manera a la jubilación a los 67, a esta porquería que nos quiere presentar como una conquista de los sindicatos. Siento rechazo por las personas que hoy dicen una cosa y mañana su contraria sin parpadear ni caérsele la cara de vergüenza. Me siento estafado, engañado, ninguneado. Con esa actitud, doña Mari Luz, lo único que conseguirá es que en la próxima convocatoria de su sindicato, en lugar de 100 personas, asistan cuatro. No hará falta que Pepe Polo gaste pilas en el megáfono; podrán tranquilamente sentarse en la mesa de un bar y charlar de sus cosas mientras se toman un café. Y podrá  repetir la señora Benedicto la muletilla que suelta en todas sus intervenciones: “echar toda la carne en el asador”. En esta ocasión, con la firma de ese acuerdo, la única carne que ha echado en el asador es la de los trabajadores.

Evaristo Torres Olivas