“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 4 de febrero de 2011

El club de la mala estrella

Hay clubes a los que es mejor no pertenecer. Bien porque en ellos admiten a cualquiera o bien porque más que un prestigio y un honor, supone una vergüenza. Hay algunos que tienen la desgracia de pertenecer a las dos categorías: que admiten a cualquiera y porque produce menos deshonra decir que se trabaja de chulo o de madame en un burdel que pertenecer a ese club. Tal es el caso de la Internacional Socialista. Si uno lee la declaración de principios o la carta ética de ese club, le puede parecer que se trata de un grupo selecto, exigente, que somete a sus miembros a la prueba del algodón para detectar su pedigrí democrático. La Internacional Socialista aboga por “la justicia social, la dignidad humana y la democracia”. Proclama “oponerse a toda política económica y social al servicio de grupos privilegiados”. Se honra en “combatir la corrupción en todas sus formas y los obstáculos a la buena gobernanza”. No se cansa de “rechazar y oponerse resueltamente a toda desviación hacia el autoritarismo y a todo sistema político que tolere o practique la violación de los derechos humanos”. Ya parece menos selecto si se repasa la lista de los “partidos miembros, partidos consultivos, partidos observadores, organizaciones fraternales y organizaciones asociadas”. Y si nos enteramos que hasta hace unas semanas pertenecían a esa “gran organización progresista” el partido del depuesto Ben Ali de Túnez y que hasta hace dos días no han expulsado al partido de Mubarak, el descojone es mayúsculo. Por lo visto, tanto el tunecino como el egipcio cumplían, hasta ayer, todas las exigencias de la Internacional Socialista. Claro que esto no debe sorprendernos ya que según otra gran socialista y gran ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, “hace tiempo que el Gobierno de Rabat inició un proceso de reformas que le hace diferente del resto de los países árabes. En el reino alauí hay un juego político entre partidos y actores sociales que facilita canalizar las legítimas aspiraciones del pueblo marroquí”. Como todos sabemos, Marruecos es un ejemplo de democracia, con la prensa controlada, los derechos humanos pisoteados, la riqueza del país repartida entre cuatro, el analfabetismo en niveles alarmantes y la sanidad en coma profundo. Sí, los socialistas, tanto locales como internacionales, son un ejemplo de tolerancia y talante. No me extrañaría que propusieran a Mohamed VI de Marruecos como presidente de la Internacional Socialista. Por demócrata y por socialista.

Evaristo Torres Olivas

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se podría decir mejor, pero no sería fácil.
Buen artículo.

Saludos

Unknown dijo...

Muy bueno, Evaristo. Eres un crack. Salud y República

eduardo dijo...

si es que...los politicos son una "casta" aparte. Les puede más lo de politicos que lo de socialistas en este caso. En el otro lado les puede más el afan de la política que el cristianismo de la internacional democrata-cristiana...en fin los mismos perros, con los mismos collares, de los mismos dueños, pero unos se llaman "tobi" y los otros "pluto".Para que creamos que unos guardan las ovejas y los otros la casa...No guardan nada, todo se lo comen ellos... y lo pagamos nosotros. De momento entre todos se han comido el estado del bienestar, la esperanza en la democracia...como decias el otro día: que si son galgos, que si son podencos...son perros.