Alegría sin PAR

Mentiría si dijera que no me alegro del bochinche que ha montado el alcalde Ferrer. Soy de la opinión de que cuanto peor le vaya al PAR, mejor nos irá a los aragoneses. No soporto a esos partidos carentes de ideología, que lo mismo se van con la derecha, con la pseudo izquierda o con el diablo, con tal de mandar y mangonear. Ferrer es alcalde sin que el partido al que representaba fuera el primero en votos; ni siquiera el segundo. Así que comprenderán que lo que haga o deje de hacer Ferrer me trae sin cuidado. O mejor dicho, ojalá tome aquella decisión que más le perjudique a él y al PAR, para que tanto el uno como el otro no sean más que un triste recuerdo en la historia de Aragón y de Teruel.

Si de algo sirven las cuchilladas entre los militantes de los partidos es para que se confirmen muchas de las sospechas--o certezas-- que tenemos los ciudadanos sobre cómo funcionan los partidos. Ahora que se va, Ferrer nos dice que en el PAR hay “desgobierno y ausencia de liderazgo; falta de directrices de actuación, luchas internas y falta de democracia”. De todas las cosas que ha contado Ferrer, hay una que produce mucho asco; no es que sea nada nuevo, sino conocida por todos; pero al igual que todos sabemos que la mierda huele mal, sólo cuando la pisamos o aparece delante de nuestras narices nos produce náuseas. Dice el hasta ahora primer edil de Teruel que ellos se marchan del PAR y que hay muchos que también lo harían pero no se irán “por miedo a las represalias o a perder el empleo”. Es decir, que muchos del PAR no deben su empleo a méritos propios, al esfuerzo personal, sino a su militancia política. No por ser conocido de todos produce menos asco y repugnancia. Clientelismo. Ahora que se cumplen los cien años del nacimiento de un gran poeta, Miguel Hernández, quiero recordar unos versos del poema Los cobardes, que termina así: “Ocupad los tristes puestos de la triste telaraña. Sustituid a la escoba, y barred con vuestras nalgas la mierda que vais dejando donde colocáis la planta”. Me gustaría dedicar esos versos a todos esos que entran en la cuadra de los partidos para dirigirse al pesebre. Gente que me duele en “los cojones del alma”, que diría Miguel Hernández.

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado