No me gustan los toros. Ni en la plaza, ni ensogados, ni embolados. No me gusta el toreo a pie, ni a caballo ni en motocarro. No es la primera vez que en estas páginas expreso mi rechazo a semejante salvajada. El Estado, para mi seguridad, me multa si conduzco bebido o sin casco cuando voy en moto. Dice que por mi bien y por el de los demás. Sin embargo puedo ponerme hasta las cejas de calimocho y con una gorra de papel ponerme a hacer el gilipollas delante de un bicho negro que con sus cuernos me puede traspasar el pecho y estamparme contra unos barrotes de hierro. Esto es lo que ha sucedido en mi pueblo, Villarquemado, el pasado fin de semana. Un joven de 23 años, Fernando, fue arrollado por un toro y murió como consecuencia de los traumatismos causados cuando se golpeó con la cabeza contra los barrotes de una barrera metálica. En este caso no había aglomeraciones y Fernando estaba sobrio. Acababa de salir de casa y se encontró con la muerte. A los 23 años.
El Ayuntamiento de mi pueblo ha suspendido las fiestas y ha decretado dos días de luto. Ha informado y actuado con prontitud y sin ningún tipo de duda. Conozco a los miembros que forman el consistorio y sé que la mayoría no son aficionados a los toros, que si por ellos fuera no se celebrarían este tipo de festejos. Pero han de hacer no lo que ellos piensan sino el sentir mayoritario de la población. Y en mi pueblo y en otros muchos pueblos de España, por tradición, por costumbre o por lo que sea, unas fiestas sin toros no son fiestas para la mayoría de los ciudadanos, especialmente para los jóvenes. De poco sirve que un pueblo prohíba los toros si los de al lado no lo hacen. Corresponde a las autoridades autonómicas y estatales buscar soluciones para que muchos de nuestros conciudadanos dejen de pensar que tirar una cabra por un campanario, acribillar a dardos a un animal o hacer el chorras delante de un toro son una manifestación cultural. La barbarie no es arte y el canibalismo no es gastronomía. Ojalá que la muerte de Fernando sirva para que en mi pueblo se pida mayoritariamente que no quieren más espectáculos sanguinarios y crueles y para que se piense que unas fiestas sin toros son más fiestas.
Evaristo Torres Olivas.
El Ayuntamiento de mi pueblo ha suspendido las fiestas y ha decretado dos días de luto. Ha informado y actuado con prontitud y sin ningún tipo de duda. Conozco a los miembros que forman el consistorio y sé que la mayoría no son aficionados a los toros, que si por ellos fuera no se celebrarían este tipo de festejos. Pero han de hacer no lo que ellos piensan sino el sentir mayoritario de la población. Y en mi pueblo y en otros muchos pueblos de España, por tradición, por costumbre o por lo que sea, unas fiestas sin toros no son fiestas para la mayoría de los ciudadanos, especialmente para los jóvenes. De poco sirve que un pueblo prohíba los toros si los de al lado no lo hacen. Corresponde a las autoridades autonómicas y estatales buscar soluciones para que muchos de nuestros conciudadanos dejen de pensar que tirar una cabra por un campanario, acribillar a dardos a un animal o hacer el chorras delante de un toro son una manifestación cultural. La barbarie no es arte y el canibalismo no es gastronomía. Ojalá que la muerte de Fernando sirva para que en mi pueblo se pida mayoritariamente que no quieren más espectáculos sanguinarios y crueles y para que se piense que unas fiestas sin toros son más fiestas.
Evaristo Torres Olivas.
DdT Tribuna 15/9/2009
3 comentarios:
A mi me gustan mucho los toros. El toro me parece un animal muy hermoso,soberbio, espléndido de verdad. También me gustan mucho los caballos, los ciervos, las cabras monteses; los perros pequeños me encandilan.
Jamás se me ocurriría maltratarlos.
Escuché una propuesta que consiste en torear con banderillas de belcro, que se queden pegadas al toro sin herirlo. No dejaría de ser una experiencia traumática para el pobre bicho pero por lo menos no le dolería.
Lo que pasa es que a lo mejor así ya no les hace gracia.
Por mucho que a unos cuantos les encante, el maltrato a los animales es ilegal y debería prohibirse, y si los defensores de la tortura animal ya no consiguen divertirse o no tienen qué celebrar, que se sienten y reflexionen hasta que se les pase. No es cuestión de gustos sino de derechos.
Me gustaría saber exactamente cuánta gente está a favor de este tipo de fiestas.
Por qué metes a ese chaval en esto?.
Ten un poco de decencia!
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