Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Definición de la RAE de las palabras fraternal: “Propio de hermanos”. Ahora escuchen los debates parlamentarios, tanto nacionales como autonómicos, lean los escritos en la prensa y escuchen las declaraciones de nuestros políticos. De todos los partidos. Una de dos: o desconocen qué son los derechos humanos o en sus casas y en su familia se comportan de igual manera que lo hacen en las instituciones. En cualquiera de los dos casos no deberían ocupar los cargos que tienen. “Amigo de etarras”, “miembro de la fachosfera”, “me gusta la fruta”, “corrupto” son palabras que Sánchez, Feijóo, Ayuso, Puente o Abascal les dirán a sus parejas, hijos y hermanos cuando discrepen en el desayuno familiar o en la cena de Navidad. Si algún pariente les contesta que no respeta el primer derecho humano, les contestará “cállate marrano” o “yo no hablo italiano”. Si desconocen el artículo primero de la resolución de la ONU, inútil sería pedirles que respeten el 11 que dice: “Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa”. Por ese motivo, creen firmemente que Pedro Sánchez, Begoña, su esposa, Alberto Núñez Feijóo, Micaela, su hermana, Ayuso, su novio o Ábalos son culpables y no se necesita ningún juez ni ninguna garantía para su defensa. Para ellos, lo de la verdad os hará libres es una bobada, entre otros motivos porque para toda verdad existe una posverdad y una verdad alternativa que ayudan a conseguir votos, aunque sean mentira. Y los votos son necesarios para mantener el cargo. Ni derechos humanos, ni fraternidad ni leches.
Evaristo Torres Olivas
2 comentarios:
Como el perro del hortelano.
Creo que la mayoría no sirven para trabajar de verdad, en cualquier trabajo, cual quiera que sea. Por eso se meten a políticos, ya que parece ser, que para ello sirve cualquiera y así oímos lo que oímos en el Congreso y nos va como nos va.
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