La Constitución es una caja que utiliza el PSOE para meter y sacar lo que le da la gana. Para ello, el presidente y sus ministros, especialmente María Jesús Montero, recurren al relato de ficción para hacernos tragar mentiras como si fueran verdades. En los relatos de ficción hay personajes arquetípicos: el héroe, el adulador del héroe, el malo. También hay un conflicto y una trama. Sin conflicto no hay relato y cuanto más catastrofista es el conflicto, más enganchados están los lectores o espectadores. Pensemos en el conflicto de la amnistía o del concierto fiscal con Cataluña. Al principio de la trama, la aduladora dice que no caben en la Constitución. Lo expresa con gestos histriónicos, exagerados, risas absurdas e insultos al adversario, al malo. El héroe, héroe de astucia, tiene que entrar en acción y lo que antes no cabía en la caja de la Constitución, ahora entra holgadamente. Es muy constitucional y mucho constitucional. Lo que ayer no era posible en nuestro ordenamiento, según la aduladora, hoy rebosa legalidad. Nada es verdad ni mentira, todo depende de la ambición de poder con que se mira. La caja lo admite todo. Es una caja de goma que se estira y se encoge según la ocasión. Y llega el desenlace; lo que ayer era una herejía, hoy es un “magnífico” acuerdo. Al final, el héroe triunfa sobre el mal, reina el bien sobre el mal, se restablece el orden. Pedro Sánchez es el salvador, el “puto amo”; el personaje secundario, María Jesús Montero, ha servido para crear tensión en la trama y que el desenlace del relato engrandezca al protagonista, al que nos ha salvado de la hecatombe. La pega que se le puede poner a esta historia es que no se trata de una película de Netflix sino de un partido y un presidente que gobierna en España. El PSOE y sus guionistas convertidos en una “máquina del fango”, en un manantial de verdades alternativas, de fake news, de mentiras como catedrales. Y de tomadura de pelo a los ciudadanos.
Evaristo Torres Olivas
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