Publicada en el Heraldo de Aragón 17/07/2014
He escuchado dos veces el debate entre Trump y Biden. Todavía no me he repuesto. He perdido el apetito y las ganas de trabajar. Si un país como los Estados Unidos de América, denominada la primera democracia, presenta como candidatos a la presidencia a esos dos impresentables, debemos ponernos a temblar. Cualquiera de ellos puede iniciar una guerra, apretar el botón rojo nuclear, levantar un muro en la frontera con México u ordenar que nos vacunemos con lejía. Ninguno está en sus cabales: Trump miente como respira y Biden chochea. Pero el mayor peligro está en el mal ejemplo que pueden dar al resto de mundo. Les dan alas a los mediocres. Cualquier político gris de nuestro país, Óscar Puente, Isabel Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, Tomás Guitarte, Manuel Blasco, Carmen Pobo o Mayte Pérez podrá, y con razón, pensar que ha sido minusvalorado y que vale mucho más de lo que lo que se le reconoce. Si la mayor potencia mundial puede estar dirigida por personajes como Trump o Biden, no sería de extrañar que individuos como Alvise Pérez o Ramón Tamames se sintieran motivados para aspirar a la presidencia del Gobierno de España. Y a la gente que busca trabajo y envía su currículum a empresas, habrá que decirles que en lugar de plasmar como cualidades la honestidad y la capacidad de trabajo las sustituyan por mentir como un bellaco y chochear como un Biden.
Evaristo Torres Olivas
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