“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 10 de julio de 2023

Buenos y malos jefes y políticos

 Hablar mal de los jefes está mal visto. Por ese motivo yo voy a hablar bien de uno de mis jefes y mal de otro. Para equilibrar la cosa. Del segundo no es la primera vez que hablo, pues me amargó la vida y me obligó a abandonar la empresa. Empezaré por un jefe del que aprendí mucho. No es el único, pero es del que mejor recuerdo tengo. Era suizo, casado con una española. Hablaba perfectamente francés, inglés y alemán. Español también, aunque con menos fluidez. Vino desde Suiza a ocupar el puesto de director general de mi empresa. Yo era el director de Recursos Humanos. Un profesional competente, agradable y respetuoso. Escribía y leía unos discursos magníficos. A mí me consultaba para corregir algunos errores gramaticales y sintácticos. Pocos. Y siempre me lo agradecía públicamente. El jefe malo era un energúmeno. Cubano emigrado a Miami aterrizó en mi empresa norteamericana en Madrid por la única razón de que hablaba español. Incompetente, desconfiado, egoísta. Prepotente y dictador. Nos trataba a patadas. Me ordenaba que le escribiera sus discursos e intervenciones públicas. Nunca agradecía nada, sino que se apropiaba del trabajo de los demás . Recuerdo con asco cuando se inauguró la fábrica y leyó el discurso, que yo le había escrito, delante de un ministro y varios políticos y empresarios. En la reunión del departamento al día siguiente, nos contó lo bueno que había sido su discurso y lo mucho que le habían aplaudido. Desde ese día empecé a buscar trabajo en otra empresa y pronto lo conseguí. Al poco tiempo lo echaron y volvió a Miami. Me alegré por mis excompañeros. Estas historias de un jefe bueno y otro malo me recuerdan a nuestros políticos. Los hay competentes, experimentados, honrados y comprometidos con la gestión de lo público. Y los hay incompetentes, sin experiencia anterior a la política y con lo único que están comprometidos es con hacer todo lo posible por permanecer en el cargo aunque sea para no hacer nada, en el mejor de los casos o despilfarrar el dinero público con sus errores, en el peor.

Evaristo Torres Olivas

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