Cuando en la Diputación Provincial de Teruel manda el PSOE, mal asunto para la libertad de expresión. Que me lo pregunten a mí. Como bien saben los lectores, el presidente de la Diputación es también el presidente del Diario de Teruel. De especial recuerdo para mí es el inefable Antonio Arrufat Gascón. Este adalid de la libertad de expresión, cuando era presidente de la Diputación, prohibió que yo escribiera una línea más en el Diario de Teruel en el que publicaba una columna con el título de A palo seco. Socialismo es libertad, rezaba un antiguo cartel del PSOE. Sí por los cojones, que es como en Aragón decimos no. El censor Arrufat es el claro ejemplo del político vividor del cuento, que un día se subió al carro de la política y que junto a muchos de su partido, y de otros, solo se apean de la mamandurria de la política cuando se jubilan. Para sacarse el carné de conducir hay que aprenderse las señales, pasar un reconocimiento médico, hacer unas pruebas teóricas y prácticas. Para sacarse el carné de político, no se requiere nada. Solamente el “sí, bwana” a todo lo que dice el que manda en el partido para que te coloque en los puestos de salida de las listas electorales o en los puestos a dedo (asesor, experto, personal de confianza, jefe de gabinete o chico de los recados con sueldo de ingeniero informático de primera clase). Cuento todo esto, porque ahora que la Diputación ya no está en manos de los socialistas, a lo mejor acceden a publicar algún artículo mío. En la presidencia de Manuel Rando, otro socialista, junto al vicepresidente del PAR, Izquierdo, me publicaron algunas cartas al director hasta que sin ninguna explicación, dejaron de hacerlo. A ver si hay suerte y con la presidencia del PP y la vicepresidencia de Teruel Existe en los próximos cuatro años, la libertad de expresión deja de ser una bonita palabra en boca de los políticos. No tengo muchas esperanzas. Espero equivocarme. Pero si persisten con la censura, se arriesgan a que les dedique algunas columnas en mi blog en las que conteste a sus afirmaciones de que son defensores de la libertad de expresión. Les diré: sí por los cojones.
Evaristo Torres Olivas
1 comentario:
El albéitar de La Cerollera, un rostro pétreo incrustado en las instituciones desde tiempos inmemoriales.
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