Escuchar a los candidatos a las elecciones del día 28 de mayo es, además de un aburrimiento, comprobar cómo insultan a los ciudadanos. Todos los partidos. Tanto monta, monta tanto PP como PSOE, Podemos como Vox, Ciudadanos como IU, CHA, TE o PAR. En el debate del pasado lunes en la tele de Aragón, los candidatos a la presidencia de la Comunidad demostraron que la mayoría no están preparados para el puesto. Lambán, un pésimo comunicador, les da alas a los demás: si este que habla tan mal es presidente, piensan, cualquiera puede serlo. Salvo en los impuestos, que unos quieren subir y otros bajar, es casi imposible saber en qué lugar del espectro ideológico se encuentran. Todos dicen lo mismo. Que Aragón es maravilloso, que los aragoneses nos merecemos lo mejor y que si ellos gobiernan va a cambiar la vida de los aragoneses: más viviendas, más trabajo para todos, mejor sanidad y dos huevos duros. Ninguno profundiza en nada y, por ejemplo, en la subida o bajada de impuestos, ninguno habla de una tercera posibilidad: gastar de manera más eficiente el dinero público. Hay muchas maneras de hacerlo: reducir el número de políticos asalariados. No son necesarios tantos diputados, senadores, consejeros, en el Congreso, Senado, parlamentos autonómicos, diputaciones y comarcas. Reducir el número de asesores de los partidos pagados con el dinero del erario. Mejorar la democracia interna de los partidos y los métodos de selección para que las personas que figuran en las listas electorales sean las mejor formadas y con mayor experiencia, para evitar que políticos incompetentes accedan a puestos de responsabilidad. Renovar los políticos de las listas, para evitar que los partidos pongan siempre a los mismos. Impedir que quienes tienen cargos ejecutivos en el partido sean a la vez los primeros en las listas electorales: no se puede ser juez y parte. En resumen, que aumentar la eficiencia es mucho mejor que subir o bajar impuestos al tuntún. Y finalmente, otra manera de aumentar la eficiencia consiste en que los ciudadanos seamos más exigentes con nuestros políticos y no nos conformemos con las cuatro chorradas y el puñado de insultos con los que los políticos se ríen de nosotros.
Evaristo Torres Olivas
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