Los ocho apellidos turolenses de Rosa López Juderías

 “Soy Rosa López Juderías, nieta, hija, compañera, madre y abuela de turolenses. Tengo fe ciega en las posibilidades de Teruel”. Con esas palabras inicia todas sus intervenciones la candidata del PSOE a la alcaldía de Teruel.  Si ese debería un requisito para ocupar un cargo público en representación de Teruel, el PSOE nos ha estado engañando durante muchos años. Ya en las primeras elecciones democráticas de 1977, fue elegido diputado por Teruel un tal Carlos Zayas, que ni nació en Teruel ni tenía ocho apellidos turolenses. Tuvimos un alcalde, Javier Velasco, con ocho apellidos castellanoleoneses; también un diputado durante seis legislaturas, Gerardo Torres, con todos sus apellidos valencianos. Y finalmente, José Ramón Morro, otro valenciano sin apellidos turolenses que ha ocupado y ocupa cargos en representación de Teruel. Por cómo se expresa la señora López Juderías, tener pedigrí turolense está por encima de cualquier otro requisito para representar a nuestra provincia. Aunque ella no lo dice, estoy seguro de que sus apellidos son López Juderías Buñuel Chomón Nifo Antillón Gascón y Guimbao. Otro gallo nos cantaría si a todos nuestros dirigentes de la provincia desde el principio de la democracia se les hubiera pedido una copia notarial con su árbol genealógico. Porque lo quieras o no, al igual que la cabra tira siempre al monte, los no nacidos en Teruel y con padres, abuelos y tatarabuelos de otras partes, en caso de colisión de intereses entre su región de origen y Teruel, siempre tirarán para su tierra de nacimiento. Imaginen que un diputado por Teruel nacido en Sevilla de padres y abuelos sevillanos tiene que defender que una Agencia Espacial se instale en Teruel o en Sevilla. Si vota por Teruel, traiciona sus raíces andaluzas; si vota por Sevilla, los turolenses nos enfadaremos. Haga lo que haga el diputado, la caga. En conclusión, doña Rosa López Juderías Buñuel Chomón Nifo Antillón Gascón y Guimbao, nieta, hija, compañera, madre y abuela de turolenses y con fe ciega en las posibilidades de Teruel, debería pedir perdón por los errores de su partido y exigirle que a partir de ahora todos los alcaldes, concejales, diputados, consejeros y delegados del Gobierno tengan pureza de sangre turolense. Teruel se merece eso y más.

Evaristo Torres Olivas