“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 23 de septiembre de 2022

La política, ni oficio ni profesión

El siguiente texto es una carta al director publicada ayer, 22 de septiembre de 2022, en el Heraldo de Aragón. Estoy de acuerdo con el autor en todo lo que dice. Si hablamos de nuestra provincia, se podría poner nombre y apellidos a los vividores de la política actual: Carmen Pobo, Manuel Blasco, Mayte Pérez, Diego Piñeiro y otros que me callo para evitar discusiones familiares y de amigos.

La política, ni oficio ni profesión

Se dice que quien se mete en política lo hace para mejorar las condiciones de vida de sus conciudadanos. Pero también debe tener claro que esa vocación de servicio público no es un trabajo fijo sino un tránsito temporal que le debería obligar a tener una buena formación y la posibilidad de tener otra salida, otro trabajo en caso de dejar la política o de que la política lo deje a él. En España muchos se inician en la política muy jóvenes, se integran en las juventudes de los partidos, van subiendo en cargos orgánicos y así nos encontramos con varios tipos de políticos que más bien son parásitos de la política. Como el joven que se afilia y con una formación básica, solo por permanecer en el partido, le van colocando en algún cargo, llegando algunos a asesores del presidente del Gobierno, aunque parezca increíble. Otro caso es el estudiante que una vez dentro del partido abandona los estudios y, sin ninguna formación, trepa a lo más alto. O los que acaban una carrera que no ejercerán nunca y, sin experiencia laboral, se abren camino dentro del partido esperando estar colocados de por vida. Dicen que nadie muerde la mano de quien le da de comer. Estos personajes se convierten en seguidores sumisos y sin ningún sentido crítico, nunca cuestionarán ninguna decisión no vaya a ser que pierdan su puesto, porque fuera de la política no saben hacer nada. Los mismos partidos deberían preocuparse de que sus posibles cargos se fogueen en trabajos y adquieran experiencia tanto en la vida civil como en la pública, se labren un futuro fuera de la política, en lugar de seguir pastando en los pesebres de las juventudes de los partidos sin salir del círculo en el que siempre prevalecerá el pensamiento único. Esto es malo para ellos, para los partidos y para España, porque la política no es ni un oficio ni una profesión.

Agustín Aznar Sánchez. Zaragoza


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