“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 26 de julio de 2022

Cenizos, sordos y ciegos

 Ya estamos acostumbrados a los debates simplones y estériles de los políticos. Estamos acostumbrados a su pensamiento dicotómico: todo lo bueno es obra de su partido y todo lo malo, del partido de la oposición. Que se cierra una central térmica, el culpable es el otro partido. Del cierre de centrales quiero hablar en estas líneas. En un artículo del Diario de Teruel del pasado sábado, los portavoces de PP y PSOE en las Cortes de Aragón, Mar Vaquero y Vicente Guillén, respectivamente, se tiran los trastos a la cabeza sobre qué partido cerró la central térmica de Andorra. Nada nuevo bajo el sol, las mismas simplezas de siempre: que si Mariano Rajoy hizo y Lambán deshizo, o al revés. El pensamiento dicotómico de blanco y negro no admite matices, no admite el gris, no es capaz de reconocer que todos hicieron lo que pudieron, que cada uno aportó algo positivo o que los errores también son de los dos partidos. Eso jamás. Antes reventar que reconocer los méritos del adversario y los fracasos propios. Tanto la señora Vaquero como el señor Guillén se ajustan al guion de cómo vender la burra. En esto de vendernos las virtudes de sus partidos no difieren nada de la publicidad en la que el producto C es la chispa de la vida y el producto P, una mala imitación. Pero incluso de este simplismo al que nos tiene acostumbrados la política hay grados. El político Vicente Guillén caería en el grado más bajo de la incompetencia verbal. Por mucho que presuma de ser licenciado en Derecho y Filosofía y Letras, y de llevar varias décadas viviendo de la política, su capacidad para argumentar y debatir es de bajo nivel. En el rifirrafe con la diputada del PP, no tiene otros argumentos más sólidos que los del insulto, llamando a los adversarios cenizos, sordos y ciegos. Parece que ha tomado los argumentos de la canción de Shakira. Seguro que también ha pensado llamarles brutos, testarudos, ojerosos, feos, desgreñados, torpes, tontos, lentos, necios y desquiciados. Tantos años en alcaldías, Senado, Congreso, Cortes de Aragón, consejero de Presidencia y portavoz, para no superar el nivel de caca, culo, pedo, pis. Con algunas notables excepciones, pienso que la política es el refugio de los mediocres.

Evaristo Torres Olivas

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