La consejera llega tarde

 Jueves, 12 de mayo. Se inaugura la Feria del Libro y el Cómic de Teruel. A las 7:00 está previsto, según el programa, que pronuncie el pregón la escritora Ana Merino. Son las 6:35 y me apresuro para terminar el café y el pastelito en una terraza de la plaza del Torico. No me gusta llegar tarde. A menos diez ya estoy en el recinto ferial. Doy una vuelta por las casetas, compro dos libros. Veo a un grupo numeroso de políticos de todos los partidos hablando amigablemente. Una cosa es insultarse y ponerse a caer de un burro en los periódicos y los mítines y otra dar la nota cuando nadie les presta atención. Un conocido se acerca y me dice que todos los libros que han leído en su vida la docena larga de políticos cabe en una caja de zapatos. Pero no de las grandes, aclara, sino de una caja de zapatos de niño. Distingo, entre otros a Benito Ros y Samuel Morón y creo que lo de los libros y la caja de zapatos de niños no es una exageración. A las siete, ni una sola persona ocupa las sillas frente al escenario donde se ha de leer el pregón. Pasa el tiempo. A las 7:15 aparece la consejera Mayte Pérez. Quince minutos tarde. Debe de ser el protocolo, pienso. Aunque estaban la alcaldesa de Teruel, el presidente de la Diputación y otros, la consejera era la autoridad de mayor rango y todos a esperar. Pero la consejera ni ha hablado ni nada, se ha limitado a sentarse en primera fila, junto a todos los políticos y solo entonces ha empezado el acto del pregón. ¡Manda narices! Todos a fastidiarse porque la señora Pérez ha llegado tarde. Después del pregón, los políticos se han levantado para hacerse la foto y salir al día siguiente en los periódicos. A continuación, se han dado una vuelta, todos juntos, como un rebaño, por las casetas. Para cumplir, porque no he visto a ninguno ojear ni hojear un libro. Ahí estaban todos, los de partidos que quieren subir los impuestos y los de los que los quieren bajar. Eso sí, suban o bajen, ellos cobran todos los meses de nuestros impuestos. Y si una consejera llega tarde a un acto en el que lo único que hace es sentarse en primera fila, todos los ciudadanos han de fastidiarse y esperar. Ajo y agua. El protocolo es el protocolo. ¡Manda huevos!, que diría Federico. Trillo. El mismo que gritó ¡Viva Honduras! en El Salvador.

Evaristo Torres Olivas