“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 13 de septiembre de 2021

Estar como una cabra

 Lo de las pajas y los ojos siempre ha sido una obsesión de la Iglesia y de los curas. No solamente nos torturaban con la masturbación que producía ceguera sino también con la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. A eso se le llama obsesión. No confundir con posesión que es lo que se cree que le ocurre al obispo que se ha cortado la coleta de cura para amancebarse con la psicóloga que escribe novelas eróticas. Por lo visto, el obispo, que era exorcista y trataba a los poseídos, ha sido poseído por el maligno. El cazador cazado o el burlador burlado. Por cierto, no sé muy bien si hay que decir poseído o poseso. Un chiste de cuando yo aún no tenía bigote e iba a la escuela en pantalón corto hablaba de un señor que va al psiquiatra y le dice: Doctor, estoy poseído. Se dice poseso, le replica el médico. Pos eso, que estoy poseído, concluye el paciente. Esté poseso o poseído, lo del obispo es un asunto grave, muy grave. No es lo mismo dedicarte al sota, caballo y rey del oficio eclesiástico que ejercer funciones arriesgadas y enfrentarte a Satanás. Todos los profesionales de la Iglesia que se dedican a esas tareas deberían cobrar un plus de peligrosidad, igual que aquellos que trabajan en oficios de riesgo, como los mineros, manipuladores de productos químicos o cuidadores de serpientes venenosas. El obispo ha puesto todo su saber para expulsar al demonio del cuerpo de muchos feligreses y se ha infectado él mismo del mal que quería curar en los demás. Un mártir. La verdad, todo sea dicho, es que la cosa podría haber sido peor si en lugar de que la tentación haya sido encarnada por un demonio con forma de una hermosa mujer psicóloga que escribe novelas verdes hubiera sido representada por un Satán con cara de cabra. En ese caso, la gente no habría vacilado en decir que el obispo estaba como una cabra. En resumen, espero que al obispo, si está poseído o poseso, lo desposean o desposesen y que vuelva a la normalidad en la iglesia y le paguen un plus de peligrosidad todos los meses además de darle material de protección como sotanas reforzadas y mascarillas protectoras. Pos eso.

Evaristo Torres Olivas

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