“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 8 de septiembre de 2021

El obispo y la escritora de novelas eróticas

 En medio de tanta tragedia en el mundo, hay noticias divertidas que nos hacen esbozar una sonrisa. Este es un titular de Heraldo de Aragón del pasado domingo, 5 de septiembre: La nueva vida del ex obispo de Solsona, que renunció a su cargo por amor. Xavier Novell se va a vivir con una escritora de novela erótica. Un obispo de 52 años y una psicóloga y escritora divorciada de 38 años. He vuelto a la adolescencia cuando los curas nos hablaban de los peligros de las lecturas eróticas y de quedarnos ciegos por cometer actos impuros. También nos hablaban de la indisolubilidad del matrimonio. Nos tenían acongojados. Yo soy hijo de emigrantes a Canadá y estudié en un internado en Zaragoza, en los años setenta. En uno de mis viajes en verano para estar con mis padres, me traje en la maleta una revista erótica y no se me ocurrió otra cosa que colgar algunas páginas en la pared del dormitorio del internado. La reprimenda fue tremenda. Además del castigo de dos meses sin salir, me amenazaron con que me iba a quedar sordomudo y ciego, como la de la canción de Shakira. Y ahora resulta que, cincuenta años después, un jefe de curas, un obispo de 52 años, experto en asuntos de la iglesia, del cielo y del infierno cae en los mismos pecados que un adolescente. La carne es débil. He sentido un gran alivio pues en mi mente todavía albergaba alguna culpabilidad. Les pido a las autoridades eclesiásticas que no sean muy duras con monseñor Xavier Novell, que así se llama el obispo. En lugar de expulsarlo, que le concedan una excedencia, como la de los funcionarios que se meten a políticos. Si, pasado un tiempo, el hombre se arrepiente, que vuelva a su trabajo de pastor de almas. Eso sí, que no arremeta contra los homosexuales ni predique que el matrimonio es indisoluble. Pero si su nueva situación le gusta y sigue enamorado de la psicóloga que escribe relatos eróticos, les deseo mucha felicidad.  Ojalá todas las noticias que a diario llenan los titulares fueran como la de los amores de un obispo y una mujer divorciada.

Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Luis Antonio dijo...

Estoy de acuerdo con tu comentario y aplaudo tu sentido del humor.

Saludos