“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 18 de agosto de 2021

Pan y circo

 Imaginemos a un trabajador de apellido Fernández que se fue a trabajar de peón de albañil a Barcelona y ya lleva más de veinte años en la ciudad. A Fernández le critican porque, aunque entiende catalán no lo habla. Los Fernández son gente que no se integra dicen los muy catalanes y mucho catalanes. Piensan que ni les gusta la sardana ni los que cantan en catalán ni han leído nunca una poesía en catalán de Joan Margarit o Salvador Espriu. Los Fernández de Cataluña, añaden, son más de flamenco o de jota, de Camarón o José Antonio Labordeta y si han leído algo de poesía seguramente será de Antonio Machado o de Francisco Brines. La cosa cambia si, en lugar de ser peones de albañil, los Fernández juegan en el Barça y se llaman Quini, Luis Enrique, Cruyff, Maradona o Messi. Da igual que lleven en Cataluña siete meses que veinte años. Que llegaran a Barcelona con trece años o con treinta. Da igual que no hablen catalán, que no les guste la sardana ni lean a ningún poeta catalán. Son considerados catalanes por los catalanes, se pone su nombre a estadios y se les otorga la Creu de Sant Jordi. A un pelado, nada de nada. A cualquiera que haya destacado en algo, los forofos nacionalistas lo hacen catalán: Colón, Picasso o Beethoven. Por eso me cuesta entender cómo los Fernández pueden ser forofos del Barça. También me cuesta entender cómo los Dupont o Dubois de París creen que el Paris-Saint Germain es un equipo francés: el dueño, catarí, el entrenador, argentino y muchos jugadores que hablan tan bien el francés como Messi el catalán. Incluidos el propio Messi y Sergio Ramos. Cuando esos equipos ganan un campeonato gritan ¡Visca Catalunya! o ¡Vive la France!  Se dice que el deporte genera valores, respeto, facilita el aprendizaje de idiomas. Tal vez sea el caso del deporte aficionado, pero en el profesional, sobre todo en el fútbol, lo único que genera es dinero para los propietarios, propaganda. El fútbol es un instrumento de poder, es una secta, un culto religioso, una máquina de manipulación, de distracción y control, de enfrentamiento. Detrás de miles de aficionados que gritan por unos colores, hay unos espabilados que se llenan los bolsillos. Los futbolistas son unos mercenarios y como los camaleones cambian de colores según la ocasión. Messi llora un día porque se va del Barça y al siguiente da saltos de alegría por estar en Paris. ¡Y sin chamuyar ni en catalán ni en francés, che! Y con la buchaca, butxaca o poche a reventar, boludo.

Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así es... .