Hace unos días hablaba con unos amigos sobre los nombres de las personas. Yo defendía que no hay nombres feos o bonitos, sino que todo depende de la frecuencia—cuanto más común es un nombre, mejor nos parece—y también de los gustos personales y de las modas. Dolores es un nombre muy extendido y no nos detenemos a pensar en su significado. Sin embargo, Angustias, mucho menos extendido y de significado similar, no nos parece tan bonito. Como tampoco nos parecería sensato que alguien se llamara Retortijones o Estertores. Otros nombres con un significado más agradable como Piedad o Humildad (nombre de mi madre) nos suenan extraños porque son poco frecuentes. Si Venancio, Atanasio, Arístides o Eutimio hoy nos parecen raros, hace cincuenta años llamarse Dylan, Brian, Liam o Kevin no levantarían pasiones. Hay nombres que abundan tanto en masculino como en femenino: Julio y Julia. Otros en masculino, pero menos en femenino: Felipe y Felipa. O, al contrario: Patricia y Patricio. Nombres que en otros países son frecuentes y en el nuestro no: Michelle y Miguela, Guy y Guido. Nombres que en su país de origen apenas se usan y en el nuestro sí: Lourdes. Nombres originarios de España y que en otros sitios ni se conocen: Covadonga. Nombres que a un padre forofo del deporte se le ocurrió ponérselo a su hijo: Visotsky, Rüdiger o Lionel. Tener un nombre poco frecuente puede ser deformado por personas que no lo han oído mucho: yo me llamo Evaristo y me han llamado de todo: Alvarito, Herboristo, Baristo. De niño, cuando vivíamos en Francia y empecé a relacionarme con las chicas, me cambié el nombre por Jean Claude. Mi madre, que no estaba muy acostumbrada con los nombres vascos, llamaba Orancha, Añigo e Inoa a mis amigos vascos Arantxa, Íñigo y Ainhoa. Cuando me fui a trabajar a Alemania, un compañero de trabajo me presentó a un amigo y su perro. Oskar y Wolfgang, me dijo. Como el perro era un perro lobo y en inglés lobo se dice wolf (después supe que Wolf también es lobo en alemán), acaricié al perro llamándolo Wolfgang y al dueño le estreché la mano y le dije hola, Oskar. Pero resultó que Wolfgang era el hombre y Oskar el perro. En un viaje conocí a una pareja que se hacían llamar Berna y Leo. Resultaron ser Bernarda y Leocadio. También hay nombres como Judit que en catalán se escribe y pronuncia de acuerdo con la fonética catalana, pero que en español se escribe Judith y se pronuncia como en catalán, pero se le añade una h como en inglés, aunque no se pronuncie. En definitiva, que hay gustos para todo.
Evaristo Torres Olivas

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