Castañer, Hernández y los idiomas

 Defender el idioma español o el catalán en un escrito e incurrir en una docena de faltas de ortografía, puntuación y sintaxis no es la mejor manera de convencer, persuadir y entusiasmar a los lectores. Si además se hace con pedantería, suficiencia y soberbia, produce en el lector rechazo, rabia y tristeza. El día 23 de agosto, Ana Castañer publicaba una columna titulada Somos Aragón en la que opina sobre los idiomas castellano y catalán. Sus opiniones pierden credibilidad debido a que escribe, entre otros muchos errores, que “en España el Idioma Oficial es el Español”, así, todo en mayúsculas iniciales. También escribe que “este hermoso y poético idioma lo hablamos más de 300 millones de personas”. Una simple consulta en Internet basta para comprobar que la señora Castañer ha dejado fuera a varios cientos de millones de hablantes. El escrito de Javier Hernández sobre el mismo asunto, publicado el 24 de agosto, me produce más rechazo, tanto por su mayor extensión como por el tono empleado. Desconoce el uso de las mayúsculas en castellano y escribe “río de la Plata, Redes, Alcaldes y Alcaldesas”. Ignora el uso de los tres puntos y de las comillas y escribe que “me viene a la memoria una parte del poema de Paul Eluard………….. por las tierras invadidas, por los pueblos conquistados, por la gente sometida por los hombres explotados, yo te nombro libertad”. No sabe cómo se forma el plural de las palabras terminadas en zeta y escribe “carizes”. Pero pese a estas y otras muchas deficiencias ortográficas, gramaticales y sintácticas, no deja de pontificar, de dar lecciones y de hacer gala de una erudición de la que carece. Tanto a la señora Castañer como al señor Hernández habría que recordarles que cuando se escribe en un periódico habitualmente, hacerlo correctamente es una obligación. También es necesario documentarse y ser riguroso. De lo contrario, se consigue el desprestigio personal pero también del medio en el que se escribe, en este caso, nuestro Diario de Teruel. Y, sobre todo, se falta al respeto a los lectores.

Evaristo Torres Olivas