“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 3 de mayo de 2021

Hecho un eccehomo

 Se aprende mucho escuchando a los políticos en los mítines. Algunos dominan el arte de la oratoria, el arte de contar historias. Controlan además el volumen y el tono de voz y la velocidad de la exposición. Y otros no dominan nada, gritan, insultan y gesticulan como energúmenos. De estos últimos también se aprende qué no debe hacerse. Hace unos días escuché a uno de esos políticos de los que se aprende mucho por lo mal que lo hacen. Se llama Rafael Mayoral y es un diputado de Unidas Podemos en el Congreso. Mayoral es del estilo gritón, cabreado, con un discurso plagado de lugares comunes y con un lenguaje corporal que no debe imitarse: no para de tocarse el pelo y rascarse la frente. Pero, sobre todo, echa para atrás que se presente ante su auditorio con un chándal de una marca alemana muy conocida y un pañuelo de los de escalar montañas enrollado al cuello. Mucho hablar de los fascistas y de la ultraderecha y de las clases populares y trabajadoras, pero ignora que esa marca de chándal cuyo logo exhibe tiene un pasado relacionado con el nazismo. Pero, independientemente de la marca, si se tiene un mínimo de respeto, salvo que uno sea un profesional del deporte, no se presenta en chándal al lugar de trabajo, ni tampoco a una entrevista, una conferencia o un acto social. Un político que en un mitin pide el voto en chándal se merece, además de que le saquen tarjeta roja y le manden al vestuario, que no le voten. Al señor Mayoral habría que recordarle que las clases populares y trabajadoras, como él las llama, tienen más decencia y respeto hacia los demás que él. A mis padres, por ejemplo, que apenas sabían leer y escribir, jamás se les habría ocurrido presentarse vestidos a lo Mayoral ni siquiera para ir a comprar o al cine. Y como en mi familia, en el resto de las familias humildes de mi pueblo. A los actos públicos importantes había que ir hecho un pincel, decían nuestros progenitores. Y si alguien se presentaba de cualquier manera en misa, en el baile, en un acontecimiento familiar importante, se decía que iba hecho un eccehomo. Un ciemo, decía mi madre que no estaba muy familiarizada con los latines. Hecho un ciemo como Rafael Mayoral.

 Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Unknown dijo...

Toda la razón. Y, en este caso...
la ropa de Mayoral "no hace amigos".
permíteme la broma textil, jeje