“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 14 de mayo de 2021

Desde Rusia con amor

 Todos en mi familia paterna tenían mucho carácter: el abuelo, la abuela, las hermanas y los hermanos. Las reuniones familiares eran un infierno. Gritaban, se insultaban, sacaban a relucir reproches y episodios del año de la polca y se mandaban a freír espárragos. Lo bueno es que no eran rencorosos: al día siguiente se habían olvidado de todo. Hasta el siguiente encuentro. En nuestra casa de Montreal, Canadá, vivíamos en el mismo piso mi madre, mi padre, un hermano de mi padre y yo. Mi padre era el hermano mayor y su hermano, el menor. Mi padre apenas fue a la escuela y mi tío pudo ir hasta los catorce años. Mi padre era muy devoto de Rusia y del comunismo. También de Franco. Bien mirado, entre una dictadura y otra no hay gran diferencia.  Mi padre apenas hablaba francés. Mi tío lo hablaba bien. Una tarde estábamos todos viendo la televisión en el salón. En un anuncio de una marca de miel, una voz dice alto y fuerte: Directement de la ruche (directamente de la colmena). Y mi padre, al escucharla, exclama: “¡Ostras, directamente de “la” Rusia!” (no dijo ostras, sino otra palabra que suena peor). Como su nivel de francés era básico, confundía ruche, pronunciado rus, con Rusia, porque, según creía, el francés es igual que el español, pero más corto. Ventana se dice ventán, casa, cas, bicicleta, biciclet y Rusia, rus. El hermano, con la falta de tacto que caracterizaba a la familia, no se pudo contener: “¡Qué Rusia ni qué ocho cuartos, que no te enteras de nada, jopé! ¡Directamente de la colmena!” (no dijo jopé sino otras expresiones malsonantes). Y mi padre le replicó, le insultó y le reprochó que era un desagradecido (dijo otra palabra más fuerte) porque pudo ir a la escuela gracias a que él, su hermano mayor, trabajaba en el campo y cuidaba las ovejas. A lo que el otro le contestó que a mi padre cuando se casó le dieron dinero y a él, no. Mi madre y yo nos fuimos al balcón para no escucharlos. Estuvieron más de media hora lanzándose improperios. A la mañana siguiente, durante el desayuno, todo se había olvidado. Se pasaron el uno al otro, como buenos hermanos, el pan, la leche, la mantequilla y la miel. Directamente de la colmena, de la ruche y de la Rusia.

Evaristo Torres Olivas

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