“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 30 de marzo de 2021

Los niños de goma nacen a martillazos

 “España ha pasado de honrar a personajes como su abuelo a ser despreciado por determinadas fuerzas políticas. El Ayuntamiento de Madrid retiró la placa que conmemoraba su nacimiento en Madrid a martillazos. ¿Qué fue lo primero que pensó al saberlo?”. Eso le dice un reconocido periodista de una reconocida publicación en una entrevista reciente a la nieta de Largo Caballero. Es solo un ejemplo de lo poco que cuidan el idioma quienes por su profesión tienen la obligación de hacerlo. A diferencia de la aritmética, en la que en una multiplicación el orden de los factores no altera el producto, en el habla y la escritura, el orden sí puede alterar el resultado. En el ejemplo citado, no es lo mismo afirmar que se retira a martillazos una placa que conmemora un nacimiento que decir que se retira una placa que conmemora un nacimiento a martillazos. Tampoco es lo mismo decir que se venden zapatillas de goma para niños que se venden zapatillas para niños de goma. Romper una placa a martillazos es una cosa y nacer a martillazos otra muy distinta; y que sean de goma las zapatillas o los niños también es diferente, entre otros motivos porque sería tirar el dinero comprarle unas zapatillas a un niño de goma.  No sé si esta abundancia de errores en los medios de comunicación se debe a la precarización de la profesión de periodista, a la deficiente formación que se imparte en las facultades de periodismo o a otras causas, pero se trata de algo grave, a mi entender. Una cosa son los gazapos, los despistes que todos podemos tener, como los titulares Líbano lanza una ofensiva en la frontera con Soria o Barco atrapado entre tímpanos de hielo y otra muy distinta los errores debidos a la ignorancia y al desconocimiento de la ortografía y la sintaxis de nuestro idioma. Un periodista, además de documentarse con fuentes fiables y no inventarse los hechos, debe saber escribir y hablar correctamente. Para evitar escribir necedades como esta: “Otras dotaciones intervinieron una navaja de once centímetros que merodeaba por un polígono industrial”.

Evaristo Torres Olivas

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