“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 12 de enero de 2021

Ni imán ni idilio: mal periodismo

Los periodistas deben ser siempre rigurosos en el ejercicio de su profesión, pero cuando escriben sobre sucesos luctuosos el cuidado y el respeto deben ser extremos. Todo lo contrario de lo que publica hoy Marcos Navarro en un artículo en Diario de Teruel. Estos son los hechos: un guardia civil mata a un hombre de treinta años que padece esquizofrenia. Los padres de la víctima habían avisado a la Guardia Civil porque su hijo les estaba amenazando con un cuchillo y un destornillador. Llega al domicilio una patrulla de la Guardia Civil y, tras dos horas de negociación, el hijo agrede al agente con un cuchillo. El agente responde con su pistola reglamentaria. ¿Cómo lo cuenta el señor Navarro? El titular resume bien los hechos: “La Guardia Civil abate a un andorrano de 30 años en respuesta a un ataque”. Con el subtítulo ya empiezan los problemas: “El agente auxilió a los padres del fallecido, a los que amenazó con un cuchillo y un destornillador”. Vaya manera de auxiliar a los padres si los amenazó con un cuchillo y un destornillador. Quien amenazó fue el hijo y no el agente. La primera frase del artículo tampoco es un ejemplo de corrección: “Un vecino de 30 años resultó abatido mortalmente”. Un agente abatió o mató a un vecino es más corto y preciso que “resultó abatido mortalmente”.  Al periodista no le parece adecuado que la gente simplemente muera o fallezca, sino que le gusta que sea como un resultado y así nos lo repite más adelante en su artículo: “En un momento dado –sobre las 19 horas– ha atacado con un cuchillo a un guardia, este se ha defendido y la persona ha resultado fallecida”. Muy desafortunadas son también algunas expresiones como esta: “Es la segunda vez en siete meses que la Guardia Civil abate a un sujeto en Andorra”.  Llamar despectivamente sujeto a una persona, y más si es una persona enferma, vulnera las normas más básicas del ejercicio del periodismo. Finalmente, tampoco figurarán en ninguna antología de buen periodismo afirmar que Andorra es “un imán para el suceso” o hablar del “idilio que mantiene Andorra con los sucesos”, porque en los últimos años se hayan producido algunos desgraciados sucesos en los que Norbert Feher matara a un ganadero y dos guardias civiles, o un padre matara a su hijo adolescente e hiriera gravemente a su esposa. Seguro que hay otras expresiones más acertadas que imán e idilio para describir una tragedia.

Evaristo Torres Olivas

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