Mi amiga Asun, siempre que en una conversación alguno de los chicos nos ponemos a contar nuestra mili, nos amenaza con contarnos sus embarazos. Por lo tanto, nos les contaré mi mili, no vaya a ser que me lluevan los comentarios con los detalles de los embarazos de las lectoras de estas líneas. Solo les daré unas pinceladas: fueron los catorce meses en los que más he tenido la sensación de perder el tiempo y en los que conocí a las personas más ineptas y deshonestas: desde un sargento chusquero que buscaba la tecla del diez en la máquina de escribir hasta un capitán que compraba material para los baños de tropa y todas las baldosas, cemento, lavabos y grifería iban a parar a su domicilio particular. Mis dos oxímoros (figura literaria que consiste en combinar dos expresiones de significado opuesto en una misma estructura) favoritos hacen referencia a lo militar y a la inteligencia: inteligencia militar y armas inteligentes. Pero, no obstante, uno creía que las más de cuatro décadas de democracia en España habrían ayudado a adecentar el estamento militar y erradicar los comportamientos de energúmenos nostálgicos del franquismo. No ha sido así. Hace unos días, un general retirado pretendía la “salvación de España” con unas medidas contundentes: “Empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta”. Si la población de España es de 47 millones, fusilar a 26 millones es cargarse a más de la mitad de los ciudadanos. Pero si, además, en las últimas elecciones generales votaron 24 millones de personas, incluyendo a los partidarios de la ultraderecha que el general no fusilaría, la conclusión es que quiere eliminar a todos los que votaron a partidos que no sean Vox, a sus hijos y a todos aquellos que no votaron, pero se sospecha que son de ideas contrarias a Franco, Abascal, Ortega Smith y Olona. Lo de eliminar también a los niños tal vez se deba a que el general piensa igual que aquel señor que destrozó a garrotazos un tren de juguete en un escaparate gritando que hay que matarlos de pequeños, que después se hacen grandes y te pueden atropellar. Y es que hay gente a la que le duele España, pero no asesinar a los españoles. Todavía nos quedan demasiados novios de la muerte, de esos que gritan ¡viva la muerte! y ¡abajo la inteligencia!
Evaristo Torres Olivas
1 comentario:
Son como la gripe. Mutan, se transforman, pero siguen siendo la gripe.
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