Uno comete errores todos los días. Y quien no los comete es
porque no hace nada o es un engreído. Los errores de cara a la gente tienen
mayores consecuencias que los que se cometen en el ámbito privado. Algunos
errores, con el tiempo, se olvidan y otros no se olvidan nunca, hagas lo que
hagas: te cuelgan el sambenito y lo arrastras el resto de tus días, digas lo
que digas. Uno de los grandes errores que yo cometí hace unos años fue apoyar a
Podemos públicamente. En mi pueblo, Villarquemado, fui apoderado de Podemos en
unas elecciones generales. Desde entonces, en mi pueblo soy el de Podemos. No
importa que, en mi blog, en las cartas al director que envío a los diarios o en
el cara a cara con la gente diga que Podemos me ha defraudado, que critique a
sus líderes más destacados, tanto nacionales como a los aragoneses. Pero lo
cierto es que por una que erré ya todas las cagué, por no utilizar el poco
correcto refrán del perro que maté y mataperros me llamaron. Podemos es un
partido poco democrático en su funcionamiento interno, está muy jerarquizado y
quien no se arrodilla ante los jefes y les dice a mandar que para eso estamos
no tiene ningún futuro en el partido. No es muy diferente al resto, pero los
podemitas decían que eran el partido de la gente, los que limitaban los
salarios de sus cargos, los que eran estrictos con los cargos que se podían
acumular y el número de mandatos a los que un adscrito podía presentarse. Y
todo ha desaparecido en apenas cinco años. Ni asaltar los cielos, ni echar a la
casta. Me arrepiento cien veces de haberles votado, de haber participado en el
círculo de Podemos de Teruel, de haber sido apoderado en mi pueblo, de haberme
creído sus patrañas, de haber votado a candidatos sin experiencia, de haberme
gastado dinero para asistir a la asamblea de Vistalegre en Madrid y a varias
reuniones en Zaragoza. Pero no soy el único arrepentido: en las recientes
elecciones en Galicia y en el País Vasco, a Podemos los ciudadanos le han dado
la espalda. Podemos es el partido de los significantes vacíos, de los
engañabobos y de los vendedores de crecepelo. El partido de la casta. El
partido de los de arriba que engaña a los de abajo.
martes, 14 de julio de 2020
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2 comentarios:
Evaristo, a tus años y con tu experiencia, más bien creo que te dejaste engañar. Podemos describía perfectamente los problemas: "No hay democracia", "no nos representan",... parecían una bocanada de aire fresco, pero el sistema los ha engullido. En cuanto han tocado poder, la torre de babel. Saludos
Lo que reivindicaba el 15M ha quedado olvidado o denigrado por el partido que parte de la gente que participó acabo creando. Las y los dirigentes se han reído de las legítimas aspiraciones de las personas que acampaban y parlamentaban en las plazas.
Por supuesto, lo de tomar las decisiones del partido en círculos se fue al carajo mucho más pronto que tarde. Pero ya nadie de dentro se atrevia a protestar: había que apoyar el proyecto, pensarían. Jerarquización pura y dura. Y, donde hay jerarquías, las reivindicaciones feministas, anticapitalistas, obreras y ecologistas, se van al garete rápidamente.
Efectivamente, si utilizas los cauces que el poder establecido te ofrece, vas acabar o corrupto o convirtiéndote en el enemigo que decías denostar. O ambas cosas, que es lo más fácil. Ya lo han conseguido: la creación de Podemos ha servido para neutralizar por completo lo que podía haber sido un movimiento extraparlamentario de control a los poderes fácticos y de toma de conciencia popular de sus propios intereses, que es lo que necesitamos. Sin caer en trampas tan viejas que se ven venir... si se quiere. El 15M y Podemos con él, han sido asimilados a la enorme bola de mierda que tenemos encima.
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