“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 8 de junio de 2020

En tiempos del coronavirus (para la consejera Mayte Pérez)

Por muchas citas. sin venir a cuento, de Buñuel y de Chaplin que haga la consejera de Presidencia Mayte Pérez, no deja de ser el mismo discurso vacío de siempre, el de los políticos sin ninguna preparación ni experiencia.  Un día aterrizaron en la política por casualidad y viendo que se podía vivir muy bien con muy poco esfuerzo decidieron no volver nunca más a ejercer otro trabajo. Y ya que a doña Mayte le gustan las citas de cine, le voy a recordar una de Lo que el viento se llevó. La actriz Viviwn Leigh, en su papel de Scarlett O´Hara, pronuncia estas palabras: “A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!”  Salvo lo de matar, que no me consta que lo hayan hecho, nuestros malos políticos son capaces de todo lo demás con tal de no volver a ejercer su profesión, si es que la tienen. Es duro renunciar al coche oficial, a la adulación, a que nadie te levante la voz, a decir tontadas en los periódicos y que te las publiquen. En el artículo de la señora Pérez del pasado domingo en el DdT, Consenso y coordinación en tiempos del coronavirus, en el que cita a Luis Buñuel y a Charles Chaplin, recurre a su fórmula de siempre para no apearse del machito. En primer lugar, adular a los ciudadanos: “la altura moral de nuestra sociedad civil” (y lo ha sido, efectivamente, si la comparamos con la bajeza de muchos políticos). En segundo, lugar, echarse flores y recordar “lo bien que ha funcionado la coordinación entre partidos e instituciones, algo de lo que hemos sido testigos directos en el Departamento de Presidencia que dirijo” (su abuela estaría orgullosa de ella). Y, finalmente, ocultar los muchos errores que han cometido: una consejera de Sanidad para la que era un estímulo que los sanitarios se fabricaran sus propios equipos de protección, o la condena del Juzgado de lo Social de Teruel al Gobierno de Aragón por no proporcionar material de autoprotección a los sanitarios durante la epidemia de la covid-19. Reconozco que en situaciones tan difíciles y tan duras como la de esta pandemia me dan mucho miedo los “profesionales de la política” que no saben de nada y que llevan lustros instalados en el cargo y el coche oficial. Gente que ha accedido a sus puestos no por sus méritos y su experiencia sino por fidelidad y adulación a los que mandan en sus partidos y al enchufismo. Políticos mediocres que, como decía un un periodista suizo de hace muchos años, entienden la política como “el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.
Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

El Genaro dijo...

Oradores se les llama también. Y lo de orar, ya se sabe de qué se trata. Salud.