Publicado en Diario de Teruel 18/06/2010
“Hay que profesionalizar la gestión sanitaria. En Teruel,
Hospital de Teruel es la mayor empresa de la provincia de Teruel, 827
trabajadores; y la dirige alguien con muy poquita capacidad, un médico que
llega y le ponen. Pero es que la empresa sanitaria española, de sanidad
pública, es una empresa que tiene 331 000 trabajadores de altísima
cualificación, de los cuales son 150 000 médicos. Y tienen que estar dirigidos
por gente muy cualificada”. Lo anterior es una cita textual de lo que dijo
Manuel Gimeno, de Teruel Existe, en su comparecencia en el Congreso. Tiene toda
la razón. En cualquier organización, ya sea un hospital, una fábrica de muebles
o un club de pesca submarina, quien la dirige ha de estar más preparado y ha de
tener más experiencia en gestión que el resto de los miembros o empleados. No
puede ser que pongan a alguien con “muy poquita capacidad”, como dice el doctor
Gimeno. En las empresas privadas no colocan a un pardillo a dirigirla sino a
hombres y mujeres con una sólida formación y una dilatada experiencia. En la
política no es así. ¿Ejemplos? A espuertas. En todos los partidos, en todas las
administraciones, en todas las épocas y en todos los campos. Un electricista de
UGT puede ser ministro del Interior: José Luis Corcuera. Una funcionaria de la
escala administrativa puede ser ministra de Sanidad: Celia Villalobos. Una
licenciada en Filosofía sin ninguna experiencia laboral puede ser consejera de
Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento: Maru Díaz. Y se podrían citar
cientos de casos en diputaciones, comarcas y organismos públicos. Personas
elegidas a dedo en puestos para los que no están capacitadas. Y las
consecuencias son varias y ninguna buena. En primer lugar, logran la
desmotivación de los empleados mucho más competentes que reciben órdenes de
alguien que no está preparado para darlas. En segundo lugar, la posibilidad de
cometer errores al tomar decisiones sin tener los conocimientos necesarios. Si
el elegido o la elegida tiene dos dedos de frente, dejará que los problemas los
solucionen y las decisiones las tomen personas que dependen de él o de ella,
con lo cual se incurre en el gasto de pagar a alguien por no aportar nada.
Manuel Gimeno, con 47 años de experiencia en la sanidad pública sabe muy bien
de qué habla. No se puede poner al grumete Diabolín a pilotar el barco y a
darle instrucciones al capitán Serafín.
miércoles, 17 de junio de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Te ha faltado nombrar otro caso.
Si eres la pareja del vicepresidente te pongo de ministra, me imagino la conversación:
"El: ¿quieres ser ministra?
Ella:¿ministra de qué?.
El: de lo que tu quieras, elige un ministerio.
Ella: quiero ser ministra de igualdad.
El: ese no existe, pero no lo inventamos.
Publicar un comentario