Evaristo Torres Olivas
miércoles, 22 de enero de 2020
El diputado, alcalde y profesor Urquizu
A diario, en el bar o en
reuniones de amigos, se hacen afirmaciones al buen tuntún. Que si como en
España no se vive en ningún sitio, que si los alemanes son aburridos o que si
la fregona la patentó un aragonés y es el mejor invento de la historia. Nos
reímos, aplaudimos y le pedimos a Paco o a Mercedes que nos sirva otra copa. La
cosa tiene menos gracia cuando lo que se dice tiene más importancia y quien lo
dice es un personaje público. Por ejemplo, un diputado, un alcalde o un
profesor. Ignacio Urquizu, pongamos por caso. Es diputado autonómico, es
alcalde de Alcañiz y es profesor universitario de Sociología. Doctor. No me
consta que nadie haya cuestionado su doctorado, como se ha hecho con otros
doctorados y másteres de dirigentes de su partido y de otros. ¿Qué impulsa a
una persona culta, acostumbrada al rigor de la investigación y a no hacer
afirmaciones sin estar sustentadas en hechos, a mentir? En un reportaje de una
cadena de televisión nacional, el señor Urquizu, tras decir que “en política
hay que decir la verdad”, añade que Teruel Existe también presionó a los
diputados nacionales como movimiento ciudadano: «Nos han llamado traidores y
han puesto nuestros nombres en paredes con pintadas”. Cuando se hacen unas acusaciones
tan graves, lo mínimo que se le puede pedir a un profesor, a un investigador, a
un autor es que demuestre o cite la fuente de la que ha obtenido los datos. Lo
mismo que hace en el último libro suyo que he leído, un pretendido retrato
robot de la gente corriente, según reza el subtítulo, en el que para sostener
sus afirmaciones recurre a pies de página y a una amplia bibliografía. ¿Por qué
no prueba quién de Teruel Existe le llamó traidor y dónde aparecieron esas
pintadas? No es la primera vez que me encuentro frente a una situación
parecida. Tuve a un profesor en la universidad al que admiraba por su
sabiduría, su rigor, su capacidad de análisis. Y unos años más tarde
coincidimos en una empresa y ese profesor ejemplar se había convertido en una
persona arbitraria, despótica, insensible, mentirosa y manipuladora. ¿Tendrá
eso algo que ver con lo que los psiquiatras y psicólogos llaman trastorno de
identidad disociativo, desdoblamiento de personalidad o desorden de
personalidad múltiple? Tal vez solo sea cara dura.
Etiquetas:
Sin pelos en la lengua
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Evaristo, creo que el Urquizu todavía está "doliéndose" de un cartel de Teruel Existe en el 2005 donde simplemente se decía la verdad, pero el que se "pica..." Supongo que lo sabes, pero si te contestas o para demostrarlo si hiciera falta, Pepe debe tener en su colección un ejemplar.
No he leído ningún libro de Urquizu ¿Qué tal es?
El artículo tuyo me ha gustado.
Mas bien debe se partiditis aguda...real o impostada. Es lo que tienen las plutocracias.
ARB
Para ser político hay que tener la cara muy dura y tragarse todas las incongluencias que van surgiendo en el camino.
Está muy claro que el sueldazo compensa, tenemos ejemplos de como en poco tiempo se puede pasar de vivir en un barrio pobre a un lujoso chalet en la sierra.
Este tal Urquizu se le supone mucha formación pero se agarra al puesto como una lapa, es su partido en Aragón un nido de mediocres y cantamañanas, sirvan de ejemplo Lambán, Maite Pérez, Arrufat o Herminio Sancho.
Si es capaz de codearse con tanta mediocridad sin vomitar poco se puede decir a su favor, mas bien en su contra, es cómplice porque le interesa, trabajar poco y cobrar mucho aunque perdiendo dignidad es algo a lo que pocos renuncian.
Es más de lo mismo, por muy doctor que sea
Publicar un comentario