“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 23 de septiembre de 2019

El arte de la prudencia

Hace mucho, cuando tenía apenas veinte años, era muy aficionado al cine. Junto con un grupo de amigos, escribíamos guiones y filmábamos cortos en formato Super-8. En una ocasión me invitaron a dar una charla en un colegio. En apenas 45 minutos intenté explicarles a los chicos mi pasión por el cine y cuál era el proceso de creación de una película. Al final, les di las gracias y dije que eran unos chavales estupendos, maravillosos. Un alumno levantó la mano y me reprochó que los elogiara tanto sin apenas conocerlos. Con frecuencia se emiten juicios sin fundamento, cháchara, adulación gratuita. Y en lugar de quedar bien, se hace el ridículo. La columna publicada por el alcalde de Alcañiz, Ignacio Urquizu, en el periódico La Comarca el pasado 20 de septiembre me ha hecho recordar ese episodio de mi juventud. En ella, don Ignacio quiere recordar los diez años del Gran Premio de Aragón y recurre a la hipérbole y la exageración sin fundamento. No conozco a ningún alcalde que no hable bien de su pueblo o de su ciudad. Pero una cosa es hablar bien, con sensatez y equilibrio y otra la desproporción, la teatralidad y la desmesura. Su escrito está lleno de afirmaciones grandilocuentes. Veamos solo algunas: “Los alcañizanos no nos achantamos ante nada. No es posible comprender Alcañiz sin conocer su pasión por el motor, una pasión que se une a valores como el coraje, el esfuerzo o la innovación. Cuando futuras generaciones miren al pasado, verán que Alcañiz ha llegado a ser la capital mundial del motociclismo, algo que es posible en muy pocas localidades del mundo”. Y la más descabellada de todas: “Pocas poblaciones en nuestro país han sentido como nosotros el mundo de la gasolina”. Un pueblo, una ciudad puede recordar a sus hombres y mujeres ilustres, literatos, científicos, cineastas, artistas, pero vanagloriarse de sentir el mundo de la gasolina produce risa. Esa frase me recuerda a un compañero de trabajo, algo tarambana, que tuvo más de un accidente de coche, y que presumía de que las manos le apestaban a volante. Nuestro paisano Baltasar Gracián, en su Arte de la prudencia, ya nos recomendaba actuar con mesura y moderación. No estaría de más que el señor Urquizu lo consultara para no volver a desbocarse.
Evaristo Torres Olivas

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