Evaristo Torres Olivas
miércoles, 29 de mayo de 2019
Los lapsus y los errores
Los errores en los titulares o en el texto de los artículos
de prensa son frecuentes. También en la televisión y en la radio. Hace unos
días, en la fiesta del 2 de mayo, Día de la Comunidad de Madrid, la periodista
María Rey dijo que ese día se rinde “homenaje a las víctimas de los caídos en
aquel levantamiento contra las tropas de Franco”. Fue un lapsus y confundió a
Franco con Napoleón. Estos errores no revisten mayor importancia, aunque
siempre hay personas que aprovechan las redes sociales para insultar y
ridiculizar a los autores. Zapatero, en una rueda de prensa dijo que había
hecho “un esfuerzo para estimular, para favorecer, para follar ese turismo”.
Quiso decir apoyar y le saló follar. Y
el ministro Trillo mandó firmes y gritó viva Honduras en El Salvador. El viernes, 17 de mayo, Diario de Teruel publicaba en la sección de Agenda lo siguiente: “En
la Casa de Cultura de Cella tendrá lugar la presentación del libro José Tomás,
acto en el que intervendrán Carlos Abellá (escritor y biógrafo de José Tomás),
Jesús Arruga (bandolero que ha actuado en la cuadrilla del diestro) y Juan
Iranzo…”. Convertir a un banderillero en
bandolero tiene su gracia. No menos que las que se han publicado en otros
periódicos. Veamos algunas: “Condenan a 8 de los 3 acusados por el secuestro”. “Nadal
jugará la final con el puto serbio que ganó a Federer”. “Cantabria tiene 131,73
presos por habitante”. “Un Boeing 747 regresa a Madrid por una grieta”. “Hasta
1.150 millones de euros se puede ahorrar al año un comprador madrileño que se
preocupe por buscar los mejores precios”. “La autopsia confirma al 100% la
muerte de…”. No hay que dar mayor importancia a los errores, los que se deben
a un lapsus o a las prisas y el cansancio que a veces se
produce en las redacciones de los periódicos. Más graves son los causados por la ignorancia o la desidia. No sé cuánta gente acudió a la presentación del libro en
Cella. Sospecho que no muchos, y los que acudieran seguramente se llevaron la
escopeta, por si al bandolero se le cruzaban los cables y sacaba el trabuco. Aunque
un banderillero cabreado también tiene su peligro.
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Sin pelos en la lengua
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