Evaristo Torres Olivas
lunes, 20 de mayo de 2019
El conejo, el mono y la burra
Siempre me ha llamado la atención la capacidad que tenemos
los humanos para suavizar la barbarie, lo desagradable, la violencia o lo que
se considera tabú. Es frecuente en el léxico taurino: a un toro que acomete con
fiereza cuando le clavan la puya se dice que se crece al castigo; dar muerte al
animal se le llama dar la puntilla, la hora de la verdad o suerte suprema. A la
cárcel la llamamos centro penitenciario y cargarse a un de tu bando, muerte por fuego amigo.
También se utilizan eufemismos y circunloquios para vender burras. Los artistas
y muchos supuestos entendidos en arte recurren a un lenguaje incomprensible para
justificar las millonadas que se pagan por porquerías. Estos días hemos leído
cómo por una escultura de un conejo de acero inoxidable de un metro de alto se
han pagado 81 millones de euros en una subasta en Nueva York. El artista se
llama Jeff Koons y la obra lleva el imaginativo nombre de Rabbit, conejo. “Veo
que el arte pop alimenta a las personas con un diálogo en el que pueden
participar. En lugar de que el artista se pierda en este acto masturbatorio del
subjetivo, el artista deja que el público se pierda en el acto de la
masturbación” ha dicho el artista de su conejo. “Es el anti David”, comenta Alex
Rotter, el experto de Christie´s, la casa de subastas, “el fin de la escultura”.
Otros expertos han añadido más estupideces como que “su poder está en la habilidad
para negar cualquier conclusión”. Con la misma cara dura se ha dicho que el
Ecce Homo de Borja es un icono de nuestra forma de ver el mundo". "Las
manos radiantes de la mujer han transformado la categoría de la pintura, que ha
pasado de ser un simple trabajo terriblemente académico y arraigado del siglo
XIX a un icono pop”. Para equilibrar un poco la cosa otros cambiaron el título
de la obra, la llamaron “Ecce Mono” y la describieron como un "esbozo de un mono
muy peludo vestido con una túnica de una talla inadecuada". Lo que más
llama la atención de todo esto es que tanto el conejo de acero como el mono de
Borja han aparecido en todos los periódicos y en todas las televisiones del
mundo. Hay gente que sabe vender muy bien las burras.
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Sin pelos en la lengua
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