Caro y malo

Lo bueno y barato no existe. Pescado gordo y que pese poco, tampoco. Los americanos tienen una expresión, if you pay peanuts you get monkeys, que traducida literalmente significa que si pagas con cacahuetes consigues monos. Pero la palabra inglesa peanuts, además de cacahuetes también significa una cantidad pequeña de dinero. Una traducción más acertada sería entonces que si pagas una miseria no esperes obtener buenos profesionales. Un buen profesional no nace por generación espontánea. Además de unas aptitudes innatas necesita unas habilidades que se adquieren con una buena formación y una dilatada experiencia. La ciencia infusa es un cuento de películas fantásticas o superchería de algunas religiones. El buen profesional obtiene resultados de calidad y es fiable y de alto rendimiento. Se le encargan los trabajos más complejos y de mayor responsabilidad. Para eso se le paga un buen salario. No se le pueden asignar las tareas más difíciles a una persona que se inicia en la actividad laboral. Y no se pueden exigir los mismos resultados y la misma dedicación a quien cobra mil euros al mes que al que cobra seis mil. Todo lo anterior es de sentido común. Pero en política el sentido común es lo menos común. Y nos encontramos con políticos sin oficio, o con muy poco oficio y con mucho beneficio. Políticos de bajo rendimiento y alto emolumento. Son muchos, hombres y mujeres, de todos los partidos. Entren en la web del Senado y del Congreso y busquen el nombre de algunos representantes por Teruel en la pasada legislatura. Podrán comprobar que durante los tres años en que han ocupado el escaño su producción ha sido: dos mociones en comisión y una moción ante el pleno. No llega a la media hora en total. Y para tan exigua producción han percibido hasta 6 400 euros mensuales, 90 000 al año. Un país no puede funcionar bien cuando a una persona, con buena formación, experiencia y conocimiento de idiomas le pagan 1 500 euros al mes por diez horas de trabajo diarias y a otra con escasa formación y apenas experiencia recibe cuatro veces más y trabaja veinte veces menos.

Evaristo Torres Olivas