Si el coronel de la novela de García Márquez no tenía quien le escribiera, nuestro presidente Sánchez, sí. Se llama Irene Lozano. La señora Lozano escribe muy bien. Ha sido la redactora—no digo relatora porque esa palabra está muy mal vista últimamente—del libro que acaba de publicar Pedro Sánchez, Manual de resistencia. Anteriormente, doña Irene ya le escribía el blog a Rosa Díez e insultaba a los socialistas diciéndoles cosas como que “tienen un chiringuito montado para colocar a sus elefantes”. También decía que había que “darles las gracias por arruinar elpaís” y deseaba que los españoles “no les perdonasen nunca”. Y a cambio fue colocada en las listas de UpyD y elegida diputada. Ahora, por adular a Pedro Sánchez y escribirle los libros, es Secretaria de Estado de la España Global, un puesto de viajar mucho, a gastos pagados, y no hacer nada, si se lee con detenimiento la descripción de funciones. A España (y a cualquier otro país) se la promociona con buenos colegios y universidades, una sanidad de calidad, sin grandes desigualdades sociales, buenos científicos y pocos ladrones, sin Gürtel y sin ERE de Andalucía, sin empresarios que cambian ataúdes caros por otros baratos antes de cremar a los muertos y volver a vender el ataúd caro varias veces; sin eléctricas que cierran los embalses para inflar el precio de la luz; con políticos preparados y honrados. Y sin personas como Irene Lozano que son capaces de hacer hoy de alfombra de aquellos a los que ayer llamabacorruptos sinvergüenzas y deseaba que los españoles nunca los perdonasen. Ella sí los ha perdonado. No tengo intención de comprar el libro de Lozano firmado por Sánchez, pero si alguien me lo regala lo pondré en la pata de una mesa que cojea. Un tocho que se titula Manual de resistencia, seguro que resiste todo el peso que le eche. No me gusta recomendar libros, pero este sí les recomiendo que no lo lean. Para mejorar la imagen exterior de España y mostrar al mundo entero que aquí no se leen libros de autores y políticos que adulan o berrean según conviene a sus intereses particulares.
Evaristo Torres Olivas
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