“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 4 de diciembre de 2018

La vuelta de la asignatura de Filosofía

Publicado Diario de Teruel 5/12/2018
Que la asignatura de Filosofía vuelva a las aulas es una muy buena noticia. Dicen que estructura el pensamiento. Buena falta nos hace estructurar el pensamiento y razonar correctamente. Hace unos días, leía una entrevista a los trabajadores del astillero de Navantia, en Cádiz, sobre la construcción de las corbetas de guerra para Arabia Saudí. Las respuestas demostraban, a mi entender, que los autores no habían estudiado mucha filosofía. Uno de ellos afirmaba que “si nosotros no hacemos los barcos, los van a hacer los franceses”. Perfecto, según ese razonamiento se puede justificar cualquier cosa: un político podrá decir que si él no roba del erario lo hará otro del partido de la oposición. O el empresario que le echa quince cucharadas de azúcar perjudicial a sus productos con la coartada de que la competencia le pone la misma cantidad o más. “Nosotros no contratamos la obra, nosotros construimos” es otra de las excusas para justificarse. Si te piden que hagas pan con polvos del talco en lugar de harina, pues lo haces. “Si tú cierras un acuerdo con alguien y después no lo cumples, no solo pierdes ese cliente, sino que, a nivel de mercado, creas unas expectativas que luego con cumples y cualquier contrato queda en entredicho”, añaden. Los acuerdos, proclaman, hay que cumplirlos, no se puede traicionar la palabra dada.  Según esta forma de pensar, si te dedicas al transporte y has cerrado un acuerdo, da lo mismo que lleves cajas de leche en polvo para niños que polvo para esnifar para adultos.  Finalmente, se dice que “yo no quiero matar a nadie, pero tengo que comer”.  Claro, como el que tiene un bar y para poder pagar el alquiler y alimentar a su familia, sirve carne de  gato callejero en lugar de conejo, rellena las botellas con alcohol de garrafa y trapichea con drogas. Él no quiere matar ni envenenar a nadie, solo ganar dinero suficiente para mantener a su familia. Creo que estas respuestas de los trabajadores, como también las del alcalde de Cádiz, que no difieren mucho, demuestran lo necesaria que es la filosofía para la formación de ciudadanos críticos a los que no se les dé gato por liebre y que sepan argumentar con una visión ética y a distinguir entre legalidad y moralidad.
Evaristo Torres Olivas

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