Evaristo Torres Olivas
lunes, 26 de noviembre de 2018
Más chulo que un pirulo
Entre los emigrantes, tanto a
otros países como a otros lugares dentro de su país, se pueden encontrar tres
tipos de comportamientos. Y sé de lo que hablo porque he vivido periodos
prolongados en Francia, en Canadá y en Alemania. Y dentro de España, en
Cataluña y Madrid. En primer lugar, nos encontramos al ciudadano que cree
que como en España en ninguna parte: esa
era la actitud de mis padres, por ejemplo. Ni la comida francesa, que, según
ellos, llevaba toneladas de mantequilla y los quesos olían a pies, ni las costumbres, ni nada podía equipararse a
lo nuestro. Cuando veníamos de vacaciones a España, a la vuelta no faltaban las
botellas de Soberano o de Anís del Mono, como si en Francia no tuvieran coñac o
anís. En segundo lugar, están los más sensatos, en mi opinión: aquellos que sin
renunciar a sus raíces, intentan integrarse en el país o región de acogida y saben
apreciar las nuevas oportunidades que se les brindan: aprender otro idioma,
disfrutar y valorar otras costumbres, otras formas de hacer las cosas, otras
visiones del mundo. Y finalmente está el grupo de los que reniegan de sus
orígenes, como unos vecinos míos, españoles, con un apellido tan canadiense
como Martínez, que huían de todo cuanto oliera a España y a pesar de llevar
pocos años en Montreal, eran unos firmes partidarios de la independencia de Quebec.
A esta última categoría pertenece, a mi parecer, Gabriel Rufián, el histriónico
diputado de ERC. Hijo de la emigración andaluza a Cataluña, echa pestes de todo
lo que huela a España, su España y la de sus padres, la que no incluye a
Cataluña. Y no se conforma con hacerlo como un independentista moderado y
educado. Lo suyo es montar el pollo, el terrorismo verbal, el insulto, el
matonismo, hacer el payaso, el bufón, el farsante, el fantoche. Sus “performances”
van dirigidas a los independentistas catalanes para que admitan en su club a
los “charnegos” procedentes de Andalucía. Y para ello se ha de ser el más
radical de todos, el más independentista de todos los independentistas. El más
chulo que un pirulo. El que ninguno de sus ochos apellidos es catalán pero
quiere aparentar ser el más catalán de todos.
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Sin pelos en la lengua
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1 comentario:
Ese hace honor a su apellido.
ARB
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