“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 30 de octubre de 2018

¿Prohibir, regular o formar?

La vicepresidenta Carmen Calvo quiere regular la libertad de expresión. Y cuando los políticos meten las narices en lo que se puede o no decir, el resultado, más que regular, es tirando a malo, por no decir desastroso. No es buena idea que el zorro se ponga a ordenar el gallinero. Ordenar la libertad de expresión, para los políticos significa que solamente ellos pueden manipular, mentir y distorsionar. La historia de TVE y de las televisiones autonómicas es un claro ejemplo de lo que significa la libertad de expresión para los partidos que han  gobernado. El mejor antídoto contra las falsas noticias, la ocultación de información y la manipulación no es la regulación ni la prohibición sino la formación. Al ciudadano  formado no se la dan con queso. Ni la prensa, ni la radio, ni la televisión, ni los políticos. Hoy, los jóvenes manejan las nuevas tecnologías con unos conocimientos y una soltura asombrosos. Agregan, borran, envían, reenvían, tuitean, etiquetan, cuelgan en Facebook, en Instagram, en Telegram, en Skype o en Whatsapp lo que les da la gana con solo mover dos dedos sobre el teclado del móvil. Son muy competentes en el manejo de los aparatitos y las aplicaciones. Sin embargo,  no lo son tanto en otra parte mucho de importante: los contenidos que envían, reenvían, tuitean, etiquetan y cuelgan. Muchas veces no distinguen entre información y desinformación, verdad y mentira. Verificar las fuentes y contrastar las noticias no es algo que les parezca ni necesario ni importante. Lo que de verdad cuenta es el número de “me gusta”, comentarios, emoticones, GIFs, peticiones de amistad y si la ocurrencia se convierte en “trending topic”. Lo que tanto la vicepresidenta Calvo, la ministra de Educación Celaá, el presidente Sánchez y todo los demás ministros y ministras deberían proponer es la presencia en las escuelas e institutos de una asignatura que se llamara Alfabetización informacional. Para evitar que nos den gato por liebre, verdades alternativas por verdades de verdad, vengan de donde vengan, ya sea de los medios de información tradicionales, de las redes, o de los ventiladores de esparcir propaganda de los partidos políticos.
Evaristo Torres Olivas

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