Evaristo Torres Olivas
miércoles, 31 de octubre de 2018
Los pelotas
Una de las peores cosas que se puede ser en esta vida es
pelotas, adulador. Y dentro de los pelotas, porque también hay grados en la
adulación, el peor es el lameculos que lo hace para conseguir un favor y
obtener un beneficio. El recién nombrado delegado del Gobierno en Andalucía,
Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ha alcanzado, en mi opinión, el grado máximo,
el de gran maestro de los pelotilleros. Lleva la mitad de su vida viviendo del
erario, en puestos de segunda fila, bien retribuidos, de nombre muy largo y de
corta responsabilidad e importancia. Sirva de ejemplo este: miembro del Consejo
de Administración y de la Comisión Ejecutiva de la Agrupación de Interés
Económico de Empresas Municipales de Sevilla AIE. En una reciente entrevista,
don Alfonso no tiene ningún inconveniente en hacer de alfombra de Pedro Sánchez
y en tomarnos a los ciudadanos por imbéciles. Ande yo caliente y ríase la gente
debe de ser su lema. En esa entrevista, en la que se le pregunta sobre el
contrato de las corbetas para Arabia Saudí, dice que en lo único que han pensado
es en las “miles de familias cuyo único sustento de vida es ese trabajo de los
astilleros de Cádiz”. A la pregunta de si es dinero manchado de sangre por la
guerra de Arabia Saudí con Yemen contesta que “no, porque no están ni empezadas
a construir”. Cuando el periodista insinúa que si al mantener el contrato, la
vida de las familias yemeníes no pesa tanto como las gaditanas, no duda en
sentenciar que “mezclar esas cosas es complejo, pero el Gobierno de España
tiene la responsabilidad de gobernar para los españoles y que en el contrato se
fijan en las familias y en cumplir lo acordado, como país serio que somos”. En
resumen, que en cuarenta años de gobierno en Andalucía y con tres presidentes
socialistas gobernando en España, el PSOE no ha sabido encontrar una
alternativa para que los gaditanos no tengan que fabricar barcos de guerra a
las dictaduras. Un país que colabora con déspotas es de todo menos serio.
Ninguna vida vale más que otra, y eso no es mezclar las cosas. Y una corbeta,
una metralleta y una bomba están manchadas de sangre desde el momento en que
uno se compromete a fabricarlas. Pero a los pelotas lo único que les interesa es que les mantengan en puestos
de títulos muy largos y responsabilidades muy cortas.
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Sin pelos en la lengua
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