Evaristo Torres Olivas
lunes, 29 de octubre de 2018
La razón y el corazón de los banqueros
"El corazón
tiene razones que la razón desconoce”, sentenciaba el filósofo. Puestos a jugar
con las palabras, yo digo que la razón tiene corazonadas que el corazón
desconoce. Y mi corazonada es que los banqueros ni saben usar la razón ni
tienen corazón. Solo tienen ambición, avaricia y poca vergüenza. Después de
muchos años de soberbia, Rodrigo Rato ha ingresado finalmente en prisión y para
ver si le cae el indulto, ha declarado lo siguiente: "Acepto mis
obligaciones con la sociedad y asumo los errores que haya cometido. Pido perdón
a la sociedad y a aquellas personas que se hayan podido sentir
decepcionadas". Los errores que cometen solo les benefician a ellos: utilizar
la tarjeta “black” para viajes caros, retiradas de grandes cantidades de
efectivo del cajero, vino, estancias en hoteles de lujo, lencería o fiestas en
bares. Nunca cometen el error de perdonarles los intereses de los préstamos a
los clientes. El perdón de Rato es un perdón con la boca pequeña o con un morro
que se lo pisa. Pero no es el único que me da la corazonada de que me está
tomando el pelo: María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, ha
afirmado que le parece muy difícil que la sociedad cambie la mala imagen,
totalmente “injustificada” que tiene de la banca. “Nadie nos defiende”, ha
añadido, y concluye con esta sentencia: “Aunque es verdad que hicimos cosas que
no debíamos”. Que nadie los defiende es mentira: todos los bufetes de abogados
más prestigiosos están a su servicio y el Tribunal Supremo ha dicho digo donde dijo Diego. En
cuanto que no entiende por qué si los banqueros han hecho cosas que no debían
los ciudadanos tienen mala imagen de la banca, nos encontramos ante el mismo
razonamiento del niño que no entiende por qué se enfadan sus padres si saca
cinco suspensos. O del obispo que afirmaba que no entendía por qué había tanto
revuelo con los abusos de los curas si, de hecho, hay adolescentes que están de
acuerdo y deseándolo. Incluso, si te descuidas, te provocan, remataba. En conclusión,
que hay razonamientos, corazonadas, intuiciones y sandeces. Y las sandeces
abundan entre los banqueros y los curas.
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Sin pelos en la lengua
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