Cada día que amanece, crece el número de denuncias de abusos
sexuales de curas a menores. Y también crece la indignación de la gente de bien
ante las negaciones, excusas y encubrimientos de las autoridades eclesiásticas.
Hace unos días, se publicaba una noticia en la que se informaba de que en
Chile, país en el que se ha producido el último escándalo de abusos, la
Conferencia Episcopal publicó un documento en el que se indican algunas
acciones prohibidas por considerarse “conductas inapropiadas”. Entre esas
acciones se citan estas: "dar palmadas en los glúteos, tocar el área de
los genitales, acostarse o dormir con los niños y besar a los niños en la
boca". El documento no lo firma ningún oscuro subalterno sino un cardenal.
Y no va dirigido a personas con las facultades mentales disminuidas sino a la comunidad
de sacerdotes. Se supone que los curas son personas cultas, formadas en latines
y griegos, instruidas para hacernos
diferenciar el bien del mal y prepararnos para la salvación eterna junto al
padre, el hijo, los ángeles, los arcángeles y el coro celestial. Algo falla si
a esos salvadores de almas hay que decirles que el culo y los genitales de los
niños no se tocan ni se les dan besos en la boca. Resulta tan extraño como que
hubiera que recordarle a un médico que las heridas hay que limpiarlas para que no se infecten o a un jardinero, regar
las plantas para que no se mueran. Cualquier persona con dos dedos de frente
sabe que abusar de los débiles, dar patadas a los perros o cagarse en las
iglesias son acciones reprobables, sin necesidad de que nos lo recuerden las
autoridades con una carta. Y menos con simplezas como las que se utilizan para
educar a los niños en sus primeros años: pupa, caca, eso no se dice, eso no se
toca. Lo que tienen que hacer las autoridades es investigar los abusos en lugar
de taparlos y encubrirlos, señalar y denunciar a los pederastas para que además
del castigo divino que se supone que recibirán también se les aplique el código
penal terrenal. De lo contrario, muchos no
dejaremos de pensar lo que le dijo un padre a su hijo cura en la película
Amanece que no es poco: “¡Me parece a mí que tenéis un cuajo!”.
viernes, 5 de octubre de 2018
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1 comentario:
Las religiones son sectas
Todas mienten y estafan
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