Evaristo Torres Olivas
lunes, 24 de septiembre de 2018
Las tautologías
En los días de la infancia, cuando las madres eran unas
dictadoras, acostumbraban a gobernar y a gobernarnos con tautologías. Mama (en
mi infancia no se decía ni mamá ni mami) quiero ir a la fiesta y volver a las
once de la noche, les decíamos a nuestras madres. Y la contestación solía ser:
No vas porque no vas. Y si no quedaba claro, remataba con una sentencia final demoledora:
Y porque lo digo yo. Algo parecido a lo que decía un torero famoso: Lo que no
puede ser, no puede ser. Y además es imposible. Ante semejantes afirmaciones,
no queda más remedio que resignarse y esperar una mejor ocasión. Nuestra
ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, todavía debe de
creer que somos niños inmaduros que necesitan respuestas inapelables, que no
admiten discusión. Si hace unos días, con la venta de las bombas a Arabia
Saudí, ya nos dijo que no eran para matar porque son bombas inteligentes, ahora
nos cuenta que debe mantenerse el aforamiento del rey "porque es el jefe
del Estado y porque está en el artículo de la Corona que es la parte de la
Constitución que requiere un
procedimiento agravado para su modificación". Es decir, porque el rey
es el rey. Y punto. Con este planteamiento, imaginemos que tuviéramos un rey
pedófilo, ladrón, asesino, comisionista, maltratador. Un
ciudadano ingenuo y convencido de la bondad de las leyes y del Estado de derecho
podría pedir que se aplicara a ese rey el artículo 14 de la Constitución: Los españoles son iguales ante la ley, sin
que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo,
religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Inmediatamente saldría alguien a decir que ese artículo no vale para el rey y
que se debe aplicar el artículo 56.3: La persona del Rey es
inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre
refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez
sin dicho refrendo, salvo lo dispuesto en el artículo 65.2”. Es decir, hecha la
ley, hecha la trampa. Todos los españoles son iguales, pero unos son más
iguales que otros. Seguramente, en los próximos días nuestra ministra portavoz
nos regalará otras tautologías: La justicia es justa y la injusticia,
injusta.
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Sin pelos en la lengua
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1 comentario:
Así es, España es una Dictadura
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