No me gusta Gabriel Rufián, el diputado de ERC. Su estilo
chulesco, su manía de no escuchar y de interrumpir constantemente cuando les
corresponde hablar a los demás. Rufián convierte el Congreso en El Club de la
Comedia y las redes sociales en un circo: el chiste malo, la ocurrencia zafia,
y el insulto son sus argumentos habituales. Pero eso no justifica que el
periodista Arcadi Espada escriba una columna de opinión en la que afirma: “A Rufián hay que contestarle en sede
parlamentaria diciéndole: ‘La polla, mariconazo, cómo prefieres comérmela: de
un golpe o por tiempos’”. Ya no se trata solamente de algo ordinario,
vulgar, soez, grosero, basto, sino de la degradación y degeneración a la que se
ha llegado. Un periodista como Espada, supuestamente culto y experimentado, no debería
llegar a tal grado de abyección, no debería chapotear en el fango. Una cosa es
utilizar la voz y la pluma para la crítica y otra para el regüeldo y para
enmerdar la hoja en blanco. Se trata ciertamente de un abuso de la libertad de
expresión. La solución no estaría en prohibir, porque sería peor el remedio que
la enfermedad, sino en el rechazo de los ciudadanos a tales prácticas. Gente
como Espada, Marhuenda, Jiménez Losantos, Inda y otros que recorren las
redacciones no deberían ser considerados estrellas del periodismo. Pero claro,
lo que importa no es la verdad y la decencia sino el espectáculo de la bronca y
del insulto. Quizás por la influencia de la telebasura y de las redes sociales,
en las que no importa la verdad, la elegancia y la corrección sino la audiencia
y el número de “me gusta”, se ha producido un contagio en el periodismo y la
política para atraer la atención de la gente. Se ha producido una infantilización
de la sociedad, un regreso al teta, culo, caca, pedo, polla de la niñez. Se
puede ser duro y crítico con los políticos sin necesidad de recurrir a lo más
zafio. Las palabras de Arcadi Espada retratan a una persona homófoba y violenta.
La libertad de expresión también conlleva tener que soportar las salpicaduras
de porquería de aquellos que no tienen otros argumentos para defender sus
ideas.
Evaristo Torres
Olivas
Dibujo de Carmen Mansilla
2 comentarios:
Discrepo, Evaristo. Antonio Chenel "Antoñete" decía que " a cada toro hay que darle su lidia". Saludos
Pero... de las personas tituladas en periodismo (y de algunas no tituladas que ejercen) en las tierras administradas por el estado español, de entre todas ellas y ellos, ¿cuántas, en el desarrollo de su labor, podría decirse que hacen, verdaderemente, periodismo? Entendiendo como tal una práctica con un rigor suficiente, una independencia (real) palpable (subjetividad personal, aparte) y ánimo investigador.
¿Muy poca gente?, ¿Muy poca gente y, de vez en cuando, alguna más (cuando les conviene a sus pagadores)?
Por ahí andamos.
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