“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 26 de septiembre de 2018

La polla

No me gusta Gabriel Rufián, el diputado de ERC. Su estilo chulesco, su manía de no escuchar y de interrumpir constantemente cuando les corresponde hablar a los demás. Rufián convierte el Congreso en El Club de la Comedia y las redes sociales en un circo: el chiste malo, la ocurrencia zafia, y el insulto son sus argumentos habituales. Pero eso no justifica que el periodista Arcadi Espada escriba una columna de opinión en la que afirma: “A Rufián hay que contestarle en sede parlamentaria diciéndole: ‘La polla, mariconazo, cómo prefieres comérmela: de un golpe o por tiempos’”. Ya no se trata solamente de algo ordinario, vulgar, soez, grosero, basto, sino de la degradación y degeneración a la que se ha llegado. Un periodista como Espada, supuestamente culto y experimentado, no debería llegar a tal grado de abyección, no debería chapotear en el fango. Una cosa es utilizar la voz y la pluma para la crítica y otra para el regüeldo y para enmerdar la hoja en blanco. Se trata ciertamente de un abuso de la libertad de expresión. La solución no estaría en prohibir, porque sería peor el remedio que la enfermedad, sino en el rechazo de los ciudadanos a tales prácticas. Gente como Espada, Marhuenda, Jiménez Losantos, Inda y otros que recorren las redacciones no deberían ser considerados estrellas del periodismo. Pero claro, lo que importa no es la verdad y la decencia sino el espectáculo de la bronca y del insulto. Quizás por la influencia de la telebasura y de las redes sociales, en las que no importa la verdad, la elegancia y la corrección sino la audiencia y el número de “me gusta”, se ha producido un contagio en el periodismo y la política para atraer la atención de la gente. Se ha producido una  infantilización de la sociedad, un regreso al teta, culo, caca, pedo, polla de la niñez. Se puede ser duro y crítico con los políticos sin necesidad de recurrir a lo más zafio. Las palabras de Arcadi Espada retratan a una persona homófoba y violenta. La libertad de expresión también conlleva tener que soportar las salpicaduras de porquería de aquellos que no tienen otros argumentos para defender sus ideas.
Evaristo Torres Olivas
Dibujo de Carmen Mansilla

2 comentarios:

ABOGADO dijo...

Discrepo, Evaristo. Antonio Chenel "Antoñete" decía que " a cada toro hay que darle su lidia". Saludos

Anónimo dijo...

Pero... de las personas tituladas en periodismo (y de algunas no tituladas que ejercen) en las tierras administradas por el estado español, de entre todas ellas y ellos, ¿cuántas, en el desarrollo de su labor, podría decirse que hacen, verdaderemente, periodismo? Entendiendo como tal una práctica con un rigor suficiente, una independencia (real) palpable (subjetividad personal, aparte) y ánimo investigador.
¿Muy poca gente?, ¿Muy poca gente y, de vez en cuando, alguna más (cuando les conviene a sus pagadores)?

Por ahí andamos.